Al
comenzar los años veinte, el ejército conformaba el grupo de presión más
importante del país, la lealtad del mismo o la falta de ella decidía la
continuidad de los gobiernos o su caída. Es de considerarse, los generales
resultaban un elemento importante en la estabilidad, así, el régimen debía
buscar las formas para tenerlos contentos, que era darles poder económico y
político.
En el comienzo del periodo electoral de 1920, el
presidente, Venustiano Carranza, menospreció a Álvaro Obregón como el Caudillo
militar más importante y optó por apoyar la candidatura de un civil. El
ejército mantuvo una postura desafiante
y cuando el régimen intentó bloquear a la oposición, actuó de forma
contundente, a través de la Rebelión de Agua Prieta (Matute, 1980, p. 125).
Entre los protagonistas, Carranza terminó muerto durante su escape a Veracruz
y, tras un corto periodo, Obregón asumió la presidencia.
En 1923, la rebelión delahuertista reclamaba la
imposición de Plutarco Elías Calles como candidato a la presidencia y
constituyó un importante desafío a las autoridades establecidas. Álvaro
Obregón, como presidente, encabezó los esfuerzos bélicos para contener y
arrinconar a los insubordinados, con un mayor número de tropas leales y con el
apoyo de fuerzas agraristas logró triunfar. La purga entre los mandos que
intentaron derrocar al régimen resultó en una importante purificación del
ejército.
Para 1927, la relección presidencial resultaba
nuevamente vigente en la Constitución, abriendo el camino a un nuevo periodo
presidencial de Álvaro Obregón. Entre los inconformes, el secretario de Guerra,
Francisco R. Serrano y el general Arnulfo R. Gómez tuvieron la mayor actividad,
comenzaron la planificación de un nuevo levantamiento militar. Antes del
estallido de la rebelión, ésta resultó aplastada y sus posibles dirigentes
muertos.
Sin dificultades oficiales en las urnas, Álvaro
Obregón logró la relección, aunque al poco tiempo resultó asesinado en un
evento público, no llegó a asumir la presidencia. Tras lo cual, el sistema
político pareció colapsar, en tal contexto, en 1929, la rebelión escobarista
comenzó, aunque al poco tiempo mostró sus debilidades y termino por disolverse.
En los años treinta, el único levantamiento de
relevancia fue el de Saturnino Cedillo en 1938, que no fue exactamente de
militares, más bien se trataba de fuerzas agraristas de San Luis Potosí, las
cuales no dieron mucha pelea. Para aquel momento, el ejército estaba
institucionalizado, la mayoría de los hombres desleales en el exilio o muertos.
Mientras los generales que permanecieron del lado del gobierno lograron
enriquecerse.
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