La Francia absolutista

por Alef Pérez
A finales del siglo XV, el absolutismo francés comenzó a consolidarse en el reinado de Carlos XI, un Valois, quien se lanzó en contra de los nobles del borgoñon en territorios considerados de su posesión, los logró destronar en 1477. Sus sucesores lograron dominar a los pocos señoríos rebeldes para centralizar el territorio en torno a la corona. Para consolidar el dominio, la monarquía intentó usar a la antigua asamblea medieval de los Estados Generales, a los cuales llegaron iniciativas para ampliar la capacidad impositiva, que fueron bloqueadas desde las diversas provincias, por lo cual dejaron de convocarla y optaron por ampliar la cúspide de un poder vertical, sin dejar oír las voces del clero y de los señores terratenientes. 
En 1559, Francia perdió la guerra frente España por el dominio de los territorios de la Península Itálica. En un primer momento, esto significó una humillación y generó desordenes internos. Es de destacarse, a mediano plazo, le permitió controlar un territorio compacto, en el cual consolidó la centralización de la política y del sistema impositivo. 
En el ultimo cuarto del siglo XVI, el absolutismo francés logró importantes pasos en su consolidación. Resultó significativo hacer más eficiente la recaudación fiscal, especialmente a través de impuestos indirectos. Para hacer más racional el sistema, la venta de cargos provinciales comenzó a tener mayores regulaciones y pasaron a ser hereditarios con el pago de una cuota anual a la monarquía, lo cual significó tanto ingresos y control político. En términos simbólicos para el reino y su estabilidad, París pasó a ser la capital (Anderson, 2009: 91).         
En la primera mitad del siglo XVII, la Guerra de los Treinta Años significó un cambio muy importante en el ejército, de verse milicias de mercenarios extranjeros, pasaron a participar principalmente tropas francesas, bien organizadas. En consecuencia, el decadente imperio español no pudo contener a su enemigo y sucumbió, al menos en los campos de batalla europeos. Al concluir el conflicto, Francia amplió los limites de sus fronteras y paso a ser la potencia continental. El éxito estuvo acompañado de algunos problemas, como resultó ser la Gran Rebelión de la Fronda, que terminó siendo sofocada. 
En la segunda mitad del siglo XVII, la autoridad absolutista de Francia recayó en Luis XIV, un Borbón, también conocido como “el Rey sol”, el cual consideró su poder designado por Dios (Tenenti, 2011: 296) y resultó ser la viva imagen del absolutismo. Para el siglo XVIII y hasta el comienzo de la Revolución Francesa, los monarcas gozaron de lujos impresionantes, capaces de mostrarle a cualquier extranjero la sofisticación de la corte. 




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