A finales del
siglo XVIII, la Revolución Industrial no necesitaba de avances tecnológicos
significativos, sus logros podían proceder de un taller artesanal, así como el
perfeccionamiento de las maquinarias. En 1784, la giratoria de vapor de James
Watt no estaba basada en un conocimiento teórico novedoso, sino por el
contrario, las bases estaban puestas desde décadas antes, en buena medida, la
experiencia práctica resultaba ser el principal elemento de los cambios en el
sistema productivo y de los medios de comunicación.
En términos prácticos, la maquinas de vapor fueron utilizadas originalmente
en la minería, la maquinaria resultaba útil para desalojar el agua y mover los
minerales. En Inglaterra, el carbón era el mineral más extraído, originalmente
utilizado para la calefacción, aunque con el tiempo paso a ser fuente de
energía para la maquinaria de todo tipo.
Hasta 1825, el ferrocarril comenzó operaciones con su primera línea férrea
en Inglaterra (Hobsbawm, 2003: 51). Es de hacerse notar, la red ferroviaria
inglesa se construyó con capitales privados, a la postre, en otras regiones
tuvieron que intervenir los gobiernos para cubrir las obras. El éxito resultó
notable, se trataba de algo fundamental, al lograrse transportar voluminosas y
pesadas cargas a muy bajo costo por tierra, antes esto sólo se lograba con la
utilización de ríos navegables, los cuales estaban confinados a la ruta
diseñada por la naturaleza.
En términos cronológicos, el barco a vapor apareció antes que el
ferrocarril, sin embargo, el primero tardó en introducirse en los océanos. Es
de considerarse, la tecnología de los veleros resultaba altamente eficiente en
términos energéticos, por lo cual, resultaba poco atractivo realizar el
cambio.
A pesar de ser un elemento tardío de la Primera Revolución Industrial, el
ferrocarril pasó a figurar como su símbolo, en buena medida, por la
transformación del paisaje provocada al ver su marcha sobre los rieles y sin
olvidar la impresionante columna de humo que llegaba junto las nuevas formas
del progreso material. Tras los primeros
pasos en Inglaterra, las locomotoras y carros de carga comenzaban a ser comunes
en Europa, los Estados Unidos y, poco a poco, en el resto del mundo.
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