La Ilustración en general


Durante el siglo XVIII, especialmente en Francia, diversos hombres considerados como philosophes o filósofos lograron constituir un movimiento intelectual, conocido como la Ilustración. La razón se convirtió en algo fundamental y, desde su punto de vista, para alcanzarla resultó indispensable la argumentación a través de la pluma. El pensamiento crítico fue uno de sus ejes, por lo cual mostró una constante desconfianza por las ideas tradicionalistas.
Entre los Ilustrados, en especial los franceses que tuvieron como eje articulador la ciudad de París, la Encyclopédie o Enciclopedia resultó ser la gran obra colectiva en diecisiete volúmenes (Ogg, 1983, p. 335), que intentó cubrir todos los aspectos conocidos por el hombre, hasta las novedades como el termino industria. La obra tardó veinte años en estar concluida. En particular, para evitar una mala recepción de los textos por parte de la monarquía, los autores limitaron sus posturas y evitaron temas sensibles.   
Es de resaltarse, la metodologías de la psicología y de la sociología encontraron sus bases durante la Ilustración. Por otro lado, para la comprensión de la historia, la Ilustración tuvo diversas perspectivas, donde mostraron un importante ímpetu las ideas universalistas de Voltaire y los análisis con leyes generales de Jean-Jacques Rousseau. En parte, cambiaron las formas de tratar y abordar el conocimiento.
Pensando en términos educativos, los ilustrados discutieron la importancia de la enseñanza para la sociedad, entre los más comprometidos plantearon llevar el conocimiento y las habilidades para su aprendizaje en todos los grupos en el campo y las ciudades. Pensaban que la escolarización de las masas permitiría la construcción de una nueva moral e incrementar la productividad. Consideraban necesario apartar lo religioso, por lo cual, planteaban la escala como una institución laica.  

A pesar de parecer una incongruencia, el absolutismo ilustrado mescló dos polos aparentemente opuestos de su momento histórico. Por un lado, el poder monárquico exacerbado a su máxima expresión de control sobre la política y la economía. Mientras, que parte del aparato gubernamental absorbió las ideas de los filósofos y las intentaban adaptar a su trabajo administrativo, con la idea de volver racional y eficiente el trabajo que realizaban para el reino.

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