Las funciones del virrey novohispano.


Al considerar la importancia que estaba tomando la Nueva España y la distancia con la metrópolis, en 1535, el primer virrey llegaba. Como institución, durante casi tres siglos fue la figura política más importante en tierras novohispanas, casi siempre ocupada por un hombre de la alta nobleza española. En un principio, buscaba institucionalizar el sistema colonial y apartar del poder a los conquistadores.
            En términos prácticos, los virreyes fueron los representantes del rey en los territorios llamados virreinatos. Tal figura había sido utilizada desde el siglo XV por los españoles en Europa, para ejercer el control sobre algunos territorios. En América, el primero fue el novohispano, sin embargo con el tiempo se conformaron otros tres: los de Nueva Granada, Perú y Río de la Plata.
            En buena medida, el primer virrey, Antonio de Mendieta, colocó los cimientos de la institucionalidad (Semboloni, 2014: 63), otro tanto realizó el segundo, Luis de Velasco, en el mismo sentido. En buena medida, sus acciones de gobierno estaban sentado una jurisdicción de acción para las tierras novohispanas.
            Desde España, el poder de los virreyes estuvo limitado por el Consejo de Indias, el cual tenía la última palabra en las decisiones. Por su parte, la Audiencia de la Nueva España constituyó un contrapeso fundamental para el poder unipersonal. La influencia de los conquistadores desapareció tras los primeras décadas del virreinato, por su parte, la jerarquía católica resultó ser un poder con el cual se debían negociar y consultar algunas decisiones. Desde el otro lado del Océano Atlántico, los reyes españoles consideraban adecuados los contrapesos del sistema político, así se mantenían como importante factor de poder en las tierras novohispanas, al no existir un actor preponderante.
            Es de señalarse, el virrey era la palabra del rey en la Nueva España, aunque de forma más especifica tenía los cargos de gobernador, capitán general, presidente de la audiencia y vicepatrono de la Iglesia. Tales funciones las ejercía sobre un territorio inmensamente más grande que la España de la península Ibérica. No obstante, podían llegar a estar sujetos a un juicio de residencia. Como un elemento de control más a su figura, llegaban a recibir inspecciones de funcionarios españoles.


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