La educación entre los mexicas.


En el mundo de los mexicas, los templos-escuela mostraban la diferenciación social en la misma Tenochtitlan. Por lo cual, la economía, la ideología, la familia, los dioses y los límites de movilidad entre los grupos determinaban la escuela donde estudiaban los niños y muchachos. Es de señalarse, los varones eran quienes ingresaban al sistema educativo. Los telpochcalli estaban repartidos por los calpultin o barrios, a ellos asistían los hijos de los macehualin, que pueden ser considerados el pueblo en general, entre los cuales algunos con privilegios y méritos podían aspirar a ingresar a la otra escuela. Por su parte, el calmécac para los pipiltli, la nobleza. A menor escala, otras ciudades reproducían esta misma forma o similares de distribución de la educación.
Los telpochcalli resultaban fundamentales para mantener las tradiciones y costumbres de la mayoría de la población. Ahí, aprendían cantos, danzas y el culto a los diversos dioses, sin olvidar las faenas del templo-escuela, que significaba mantenerlo funcional, realizaban las labores agrícolas de las tierras y trabajaban en las obras públicas. La educación resultaba relajada frente su contraparte, los alumnos podían regresar por periodos a sus casas, sin grandes problemas, llegaban a disfrutar de ocasionales aventuras amorosas.  
El calmécac  se localizaba en el centro ceremonial de Tenochtitlan y estaba dedicado a Quetzalcóatl (Florescano, 2009: 429). Ahí, la educación era rigurosa, los niños y jóvenes no podían salir del templo-escuela. Debían guardar castidad, por lo cual la aventuras amorosas estaba estrictamente prohibidas y, en caso de descubrirse, tenía como consecuencia severos castigos, las cuales podían llegar a ser las punciones con espinas de maguey, la exposición al humo de chile o el azote con ortigas, la expulsión también resultaba factible.
En el caso de las dos escuelas, la formación militar resultaba importante. Los telpochcali formaban al cuerpo del ejército, los mismos estudiantes asistían al campo de batalla como cargadores, que podía ser la oportunidad de capturar a un enemigo y obtener honores. Es de señalarse, a pesar de tener trabajos secundarios, los macehualin podían aspirar a mejorar su condición social. Los calmécac daban una formación militar rigurosa, el joven se presentaba por primera vez en el campo de batalla acompañado de un guerrero experimentado, el cual pagaban los padres, sí llegaba a capturar un contrario en esa incursión sin ayuda, la gloria lo esperaba a su regreso. La burocracia, el sacerdocio y el comercio también podían nutrirse de los egresados de las escuelas, sin dejar de lado la distinción social.


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