Durante el México de la posrevolución (1920-1940), Europa
estaba en el periodo Entre Guerras y comenzaba su segunda confrontación militar
en el siglo XX, eran tiempos complicados. Tras los Tratados de Versalles, los
derrotados fueron humillados, algunos vencedores no tuvieron mejor suerte y los
considerados victoriosos quedaron demasiado desgastados para tomar su antiguo
lugar como potencias hegemónicas. México dejó de ser relevante en la política europea,
que tenía poca capacidad para intervenir. Sin embargo, es de resaltar, la
diplomacia con España, Francia, Gran Bretaña y Alemania.
En los años veinte, las relaciones con los españoles
resultaron complicadas, existieron diversas reclamaciones de sus ciudadanos por
los daños sufridos durante la Revolución Mexicana (Meyer, 2009: 388). Para
1931, la segunda república española llegó al poder, se trataba de una coalición
de izquierda, por lo cual los regímenes mexicanos considerados revolucionarios
fueron cercanos desde un principio. Al comenzar la Guerra Civil Española, el
cardenismo decidió apoyar vigorosamente a la causa republicana, poco a poco
llegaron grupos de refugiados, una buena parte eran intelectuales que
enriquecieron la vida universitaria y cultural de México, entre los gestos
humanitarios destacó la recepción de los Niños de Morelia, integrados por 456
menores.
Los franceses estaban indignados por la incapacidad de
los gobiernos mexicanos de restablecer el pago de la deuda externa, aunque no
podían hacer mucho. El gobierno galo no realizó maniobras importantes, por lo
cual, los accionistas encontraron apoyo en la casa bancaria norteamericana J.
P. Morgan, que organizó el Comité de Banqueros con Intereses en México.
Por su parte, los británicos resultaron beligerantes, no
se sometieron a los ritmos de las reclamaciones de las petroleras
norteamericanas y plantearon su propia agenda. A pesar de los esfuerzos, no
podían hacer nada frente las decisiones mexicanas, que llegaron a su punto
culminante con la expropiación petrolera de 1938.
Tras el fin de la Primera Guerra Mundial, los alemanes
que tenían inversiones en México sufrieron, eran boicoteados constantemente,
bajo el beneplácito del gobierno norteamericano y la incapacidad del propio para
protegerlos. Al llegar al poder, los nazis comenzaron campañas para ideologizar
en México, el cardenismo se apoyó en ellos tras la expropiación petrolera al
venderles hidrocarburos, al cerrarse temporalmente el acceso al mercado
norteamericano. Sin embargo, las autoridades en Washington optaron por
normalizar las relaciones con México y convertirlo en un aliado, al observar el
complicado escenario de la guerra en Europa.
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