Tras el fin de
la Segunda Guerra Mundial, los puertos mexicanos reanudaron el comercio
internacional, de la mano de compañías extranjeras, los nacionales no supieron
aprovechar la coyuntura para crear su propia flota.
En los años cincuenta, la marina
mercante mexicana logró colocar sus naves en la ruta Veracruz-Nuevo Orleans y
otros puertos norteamericanos en el Pacífico (Jáuregui, 2004: 148). Sin
embargo, la mayor parte de los viajes eran de cabotaje en los dos litorales del
país. La transformación de la infraestructura llegó en los años setenta, se crearon:
Lázaro Cárdenas en Michoacán y Madero en Chiapas. En 1982, casi eran el
centenar de navíos, con una capacidad superior a las mil toneladas, existían
tanto empresas privadas como públicas involucradas.
Por su parte, entre los años
cuarenta y setenta, la demanda de transporte aéreo de pasajeros creció
constantemente, a menor escala por cuestión de costos, las mercancías de lujo
fueron movilizadas por los cielos. Las empresas reaccionaron aumentando su
capacidad al comprar más aviones, mientras el gobierno construía nuevos
aeropuertos. En tal contexto, dos empresas destacaban: Aeronaves de México
(Aeromexico) y Compañía Mexicana de Aviación (Mexicana), que compitieron con
vigor, mientras absorbían pequeñas empresas regionales.
En 1951, la primera ruta desde la capital hasta Europa inició sus vuelos,
tocaba Cuba para llegar después a Madrid, España. En los años cincuenta, se
firmó un convenio con los Estados Unidos, mediante el cual las aerolíneas
podían cruzar la frontera, el centro de la república logró conectarse con
diversas urbes norteamericanas. En 1963, el Aeropuerto Internacional de la
Ciudad de México Benito Juárez comenzó
operaciones, modernizando el servicio. Así, el Distrito Federal recalcaba su
preponderancia como eje articulador del país.
A partir de los años sesenta, las dos compañías aeronáuticas más
importantes sufrieron problemas financieros. Aeromexico logró restructurarse.
En una situación critica, Mexicana intentó revertir sus problemas, sin embargo
no lo logró y el gobierno terminó por comprar las acciones de la empresa en un
proceso de nacionalización para mantener los avíenos en operación.
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