La
expropiación petrolera pasaría a conformar un símbolo nacionalista perdurable,
rápidamente comenzaría a ser parte del calendario cívico. Al hablar del tema
petrolero se debía mencionar a Petróleos Mexicanos (PEMEX), que conformó uno de
los eslabones fundamentales de la participación gubernamental en la economía
para cimentar el crecimiento y el modelo de economía mixta.
La expropiación petrolera provocó enormes tenciones con el vecino del
norte, que se disolvieron por su entrada a la Segunda Guerra Mundial, al
necesitar de México como un aliado solido. En esta perspectiva y para ampliar
las posibles rutas de abastecimiento de energía, los Estados Unidos realizaron
un préstamo a México, el cual estaría destinado a la construcción de la
refinería de Azcapotzalco (Meyer, 1990: 89).
La falta de equipo y de financiamiento provocó la necesidad de aceptar la
entrada de capital privado norteamericano, a través de “contratos riesgo”,
fueron 16 los acuerdos de este tipo firmados entre 1947 y 1951, en los cuales,
la compañía extranjera asumía todos los gastos de la perforación al no ser
exitosa la misma, por el contrario, en caso de encontrar un yacimiento, PEMEX
reembolsaba los gastos, más la entrega de un porcentaje de ganancia del 15%
durante 25 años. En 1958, un nuevo viraje nacionalista brindó la posibilidad de
recuperar el control sobre todo el proceso extractivo.
En la economía interna, PEMEX resultaba invaluable. Abastecía de energía a
la industria, los automóviles y los ferrocarriles a diésel, también tenía
control sobre la petroquímica nacional. Por su parte, el gobierno dejaba operar
a la empresa paraestatal con finanzas sanas, al cobrar impuestos equivalentes
al del resto de la economía, sin utilizarla para rellenar los huecos fiscales.
En los años setenta, PEMEX cambió su orientación, pasó a ser una gran
exportadora de hidrocarburos. Las arcas del gobierno se llenaron de recursos,
mientras se ampliaba la infraestructura de extracción y de refinación. La
inmensa reserva petrolera de Cantarel, en la península de Yucatán, resultó ser
una de los más grandes del mundo. En 1982, los precios internacionales del
petróleo se hundieron, junto con PEMEX y la economía nacional.
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