Política exterior de la posrevolución.


En 1920, la abrupta subida de los sonorenses al poder por medio del Plan de Agua Prieta causó la ruptura diplomática con Europa y los Estados Unidos. El reconocimiento del Viejo Continente no resultaba fundamental, ya que su capacidad de influir en México estaba muy disminuida por el desgaste sufrido tras la Primera Guerra Mundial, mientras que el vecino del norte incrementó su peso político. Los norteamericanos buscaban a cambio del reconocimiento diplomático la no aplicación de los elementos nacionalistas del la Constitución de 1917 o de cualquier intento de realizar políticas en ese sentido. Otro agravante al problema fue la llegada en 1921 de los republicanos al poder en Washington, su agresividad hacía otras naciones los volvía peligrosos para México, el cual podía sufrir sanciones económicas importantes o una intervención militar directa.      
En 1922, el primer intento significativo para restablecer relaciones diplomáticas fue el Convenio Lamont-De la Huerta, en él, Estados Unidos deseaba que México reanudara el pago de la deuda externa, lo cual resultó imposible. En ese momento, el gobierno de Álvaro Obregón mostraba estabilidad política, crecimiento económico y paz social, desde la perspectiva de las naciones latinoamericanas resultaba ejemplar que esto se lograra sin el respaldo oficial de los Estados Unidos.
Frente la creciente autonomía de México, Washington buscó acercarlo a su campo de influencia, en ese contexto se firmaron los Tratados de Bucareli, donde se obtuvo el reconocimiento diplomático y se estableció un acuerdo para el pago de la deuda externa. Aunque de vez en cuando, los Estados Unidos se observaban agresivos frente las políticas nacionalistas de su vecino del sur, no le volvieron a quitar el reconocimiento diplomático. Por su parte, las naciones europeos debían seguir esas políticas por su poca relevancia en el escenario internacional.
En 1933, los demócratas regresaron a gobernar de los Estados Unidos, las relaciones se volvieron mucho más cordiales. Al llegar Cárdenas al poder, pudo actuar de forma independiente en cuanto a la diplomacia internacional. Uno de los momentos cruciales fue la Guerra Civil Española, donde México optó por apoyar moralmente y con recursos al gobierno de la República, en contra de los intereses de los regímenes nazi y fascista.  
En resumidas cuentas, los europeos perdieron su posición en la política mexicana. En contra posición, los norteamericanos mostraban un importante protagonismo, el cual tenía que lidiar con el nacionalismo mexicano, que afectaba sus intereses económicos.

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