La deuda externa mexicana (1940-1982).

por Alef Pérez
A finales del Porfiriato y principio de la Revolución, los regímenes acumularon deudas con el exterior, durante décadas se intentó regularizar la situación. En 1942, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno mexicano firmó el Convenio Suárez-Lamont con el Comité Internacional de Banqueros con Intereses en México. Tras lo cual, el pago de la deuda recomenzó sin interrupciones y crédito internacional fluyó al país.
Al tener crédito, el gobierno mexicano optó por no excederse en el uso de préstamos del exterior, esta política se pudo mantener hasta los años cincuenta. El mantener un sano endeudamiento resultó posible por dos situaciones específicas. En primer lugar, la Hacienda Pública no necesitó recursos adicionales, logró sostenerse sin dejar de apoyar a la industrialización, mientras mantuvo programas sociales, que se encontraron en expansión. En segundo lugar, el crecimiento económico posibilitó una situación de equilibrios y mayores recursos. 
De forma coyuntural, los vientos de inestabilidad económica soplaron con fuerza en 1959, en esta situación extraordinaria, el gobierno buscó un préstamo a través del Fondo Monetario Internacional (FMI), con el objetivo de crear una reserva estabilizadora del peso mexicano, que planteó liberar dólares al mercado nacional cuando estos escasearan. Los empresarios comprendieron la acción como el fortalecimiento de la economía y se evitó la fuga de capitales. El compromiso de las autoridades se basó en mejorar las finanzas de Petróleos Mexicanos (PEMEX), Comisión Federal de Electricidad (CFE) y de otras compañías estatales, los capitales privados quedaron fuera.  
Por su parte, los años sesenta resultaron de un endeudamiento constante, mientras se mantuvo la estabilidad. Al dar un paso más, en los setenta la carrera por el endeudamiento creció descomunalmente, el 70% de la deuda era pública, mientras que el 30% restante resultó privada, la proporción se mantuvo en aquellos años. En 1970, la deuda externa era de 7 mil millones de dólares, para 1982 la cifra pasó a ser de 80 mil millones de dólares (Marichal, 2003: 464). Los desequilibrios se apoderaron de la economía nacional, el sobre endeudamiento contribuyó al estallido de la crisis económica de 1976 y con mayor fuerza en 1982. Tras lo cual, México necesitó renegociar con sus acreedores en una situación de desventaja. 

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