Los militares en la posrevolución.


En 1920, los militares conformaban el grupo político y social más fuerte, en ese año sacaron del poder a Venustiano Carranza, quien buscaba colocar como su sucesor a un civil. Con las nuevas condiciones del poder favorables, organizaron las elecciones, donde resultó victorioso el Caudillo, Álvaro Obregón, quien era el representante natural de las fuerzas armadas.
Ni siquiera el enorme peso de Obregón dentro del ejército evito más intentonas golpistas. En 1923, una parte de los mandos y tropas decidieron apoyar a Adolfo de la Huerta en la rebelión delahuertista, el enfrentamiento resultó feroz. Una serie de elementos fueron inclinando la balanza hacía el bando del régimen y el Caudillo, como fue la lealtad de un mayor número de efectivos castrenses. La victoria del obregonato posibilitó la llegada al poder de Plutarco Elías Calles.
En 1927, Álvaro Obregón consumó el cambio de la Constitución para reelegirse. En respuesta, los generales Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez levantaron la bandera política de la “no reelección”. Al descubrir los preparativos de un fraude electoral comenzaron las conspiraciones para el golpe militar, no llegaron a ejecutar su movimiento, pues fueron asesinados a sangre fría (Meyer, 2000: 831).
Obregón fue eliminado cuando acababa de ganar la elección presidencial por segunda ocasión y no llegó a ejercer el cargo nuevamente. Algunas fuerzas obregonistas se opusieron al nuevo candidato presidencial, llegaron a organizar la rebelión escobarista, ésta sólo logró tomar los recursos de algunos bancos, sin significar un desafío para el gobierno. En 1938, el cacique de San Luis Potosí, Saturnino Cedillo, movilizó a sus fuerzas rurales para realizar una rebelión, ningún jefe militar o tropas del ejército federal secundaron su acción y estuvo condenado al fracaso al enfrentarse a un ejército leal a Lázaro Cárdenas.
Las rebeliones militares no triunfaron, aunque provocaron la purga de los generales con fuertes intereses personales, más la oportunidad de eliminar del servicio a las tropas desleales, esto facilitó en un corto tiempo ahorraros presupuestales. A muchos generales problemáticos, se les permitió enriquecerse y fueron separados del mando de tropa, esto creó otro tipo de lealtad. Cárdenas otorgó un espacio a los militares dentro del Partido de la Revolución Mexicana (PRM), para bloquear sus intentonas golpistas a través de la institucionalización. Poco a poco, la disciplina castrense se convirtió en el factor fundamental de la organización del ejército, que progresivamente pasaba a ser un elemento de estabilidad. Al finalizar los años treinta, respaldaba plenamente a las instituciones.

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