Los grupos rebeldes de finales de la Revolución.


El fin de la Guerra de Facciones, con la derrota de la División del Norte villista, no significó la pasificación del país. Al contrario, la guerra de guerrillas pasó a ser constante, se trataba de una situación entrampada, donde los rebeldes no podían salir de su zona de influencia y el gobierno mostró incapacidad para liquidarlos.
Entre la segunda mitad de 1915 y principios de 1916, los zapatistas estuvieron aislados en Morelos y localidades aledañas. En buena medida su forma de pensar el ejido colectivo se ejecutó, al lograr gobernar sus tierras por un breve periodo. Con el respaldo del Ejército Libertador del Sur, lo que quedaba de la Soberana Convención Revolucionaria lanzó un plan de Reformas, donde los campesinos y los obreros obtenían amplios derechos, a pesar de lo avanzado del documento, no tuvo repercusiones en el rumbo de los acontecimientos. En abril de 1916, los constitucionalistas comenzaron el avance sobre las tierras zapatistas, al correr de los meses, Cuernavaca y los principales pueblos estaban bajo control de los considerados como invasores.
Tras su derrota en el Bajío, los villistas intentaron infructuosamente reorganizarse como fuerza nacional. En marzo de 1916, invadieron Columbus en Estados Unidos, en respuesta se organizó la Expedición Punitiva desde el otro lado del Bravo para capturar a Pancho Villa y erradicar su movimiento, sólo lograron reanimar el espíritu rebelde del norte de México y, en especial, en Chihuahua donde operaba como guerrilla.
Para finales de 1916, los villistas y los zapatistas retomaban ciudades importantes en sus zonas de influencia, los constituyentes en Querétaro observaron esto y los llamados moderados consideraron prudentes las medidas de los radicales en el tema de justicia social para calmar la marejada de la revolución popular (Gilly, 1988: 214), que pretendía resurgir.  
Con una ideología contrarrevolucionaria, Manuel Peláez y Félix Díaz mantenían sus propias rebeliones el primero en la zona petrolera de San Luis Potosí y el segundo en Veracruz. No tenían una bandera con reivindicaciones sociales, sólo estaban aprovechando el descontrol general del país para beneficiarse personalmente.   
El único nexo entre los diversos grupos en rebeldía –zapatistas, villistas, felixistas, pelaecistas, entre otros menores– era su odio a Venustiano Carranza. Así, al desaparecer el viejo hombre fuerte por la acción de la rebelión de Agua Prieta en 1920, estos grupos tuvieron facilidad para pactar su pacificación.

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