por Alef Pérez
En 1896, Porfirio Díaz conoció el cinematógrafo durante una exhibición en el Castillo de Chapultepec. A partir de ese momento, el régimen comenzó a utilizar las proyecciones para difundir la nueva modernidad y tener propaganda. En las exhibiciones, las obras públicas resaltaron junto sus bondades y la imagen del mismo presidente. A la parte, las filmaciones comenzaron a ser más elaboradas a nivel nacional como en otras regiones del mundo.
En sus inicios, el cine documental porfirista basó sus producciones en el fotoperiodismo. Así, en la mayoría de los casos se reunió algunas secuencias y fotografías sueltas, sin realizar una narración donde se pudiera percibir el inicio, el desarrollo y el fin (Sánchez, 2010: 111). En el film, Viaje a Yucatán (1907), de Salvador Toscano, realizó algunos avances, dio inicio a la narración con la salida de Porfirio Díaz de la Ciudad de México y continuó con el resto del itinerario, sin embargo, no logró conectar los diversos momentos para crear una sola historia cohesionada.
En particular, Salvador Toscano continuó experimentando con las formas del discurso cinematográfico, en Inauguración del Tráfico Internacional de Tehuantepec (1907) consolidó una narración en tres partes según los momentos del viaje de Porfirio Díaz: Salina Cruz, Tehuantepec y Coatzacoalcos. Desde su perspectiva, también mostró una clara intencionalidad de observar la vida exótica de la región, que logró ser dominada por el ímpetu del progreso material.
En La entrevista de los presidentes Díaz y Taft en El Paso, Texas, el 16 de octubre de 1909 (1909), de los hermanos Alva, las innovaciones continuaron en el discurso cinematográfico al dejar de ser utilizadas imágenes fijas como algo central y sólo usarlas en forma de recurso secundario, la influencia del fotoperiodismo estuvo quedando atrás. Adicionalmente, la crónica de los acontecimientos fue alterada para dar prioridad a la entrevista entre los presidentes de México y los Estados Unidos. Para ese momento, las bases para el cine documental de la Revolución Mexicana eran palpables.
Por su parte, las filmaciones formalistas eran principalmente reconstrucciones históricas, que no superaron el 17% de las realizaciones de aquellos años. Tales cintas fueron una forma de fortalecer la identidad nacional desde las gestas de los héroes patrios, aunque varías de estas producciones fueron realizadas por compañías norteamericanas. En la mayoría de los casos, las ganancias por taquilla resultaron pobres, sin embargo, existieron casos de éxito como El Grito de la Independencia o el Grito de Dolores o sea la Independencia de México (1907).
Comentarios
Publicar un comentario