Los problemas campesinos en el porfiriato.


Durante el porfiriato, el campo sufrió grandes trasformaciones, muchos pueblos indígenas tanto del sureste como del centro perdieron sus tierras comunales frente la agroindustria. Por ejemplo, al sufrir la usurpación de sus tierras por los hacendados azucareros, las comunidades del estado de Morelos lucharon en aquellos años por los medios legales del sistema, pocos resultados tuvieron. En el norte, los indígenas también fueron perseguidos, la aniquilación de las tribus nómadas fue el objetivo. Por su parte en Sonora, los indios yaquis y mayos fueron orillados a la rebeldía en 1885, tras la derrota, los llevaron a Yucatán para trabajar de forma forzosa en las plantaciones de henequén.    
Los rancheros, propietarios individuales de pequeñas parcelas, sufrieron el despojo de sus tierras masivamente en el norte por los grandes terratenientes, a través de esto, Luis Terrazas acuñó su famosa frase: “no soy de Chihuahua, Chihuahua es mía”. Adicionalmente, el gobierno creó cobradores de impuestos, esto mermaron los escasos recursos económicos de los rancheros, mientras las obras públicas favorecían a los hacendados. El caso de mayor violencia registrado contra este grupo social se dio en el pueblo de Tomóchic en 1892, el cual levantó las armas para reclamar la propiedad de sus propias tierras, en respuesta, el ejército federal actuó en el conflicto con brutalidad  (Salmerón, 2006: 112). La resistencia resultó heroica, al final, fue aniquilada la mayor parte de la población.
Los peones eran básicamente de dos tipos: los “acasillados” y los “libres”. Los primeros se localizaban en las regiones despobladas como la península de Yucatán, el sistema restringió su movilidad, esto con el objetivo de mantener a los pocos hombres disponibles. En algunos casos, el hacendado entregaba préstamos con el objetivo de crear un vínculo hasta que la deuda se liquidara, lo cual era imposible. la tienda de raya funcionó como otro sistema de inmovilidad, se pagaba con vales que sólo podían ser cambiados en la misma, lo que acentuaba la dependencia.
En lugares como el centro y el norte del país con mayor población se encontraban los peones “libres”, los cuales tenían condiciones de vida similares a los “acasillados”. La inestabilidad los volvió migrantes constantes, para ellos resultaba normal cruzar la frontera en algunas temporadas por trabajo y regresar en otras o sólo moverse en el interior del país, era común verlos en faenas del campo o industriales, lo importante era encontrar los medios para sobrevivir.


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