El Reyismo.

por Alef Pérez
En 1909, al comenzar el planteamiento de la sucesión presidencial, dos grupos antagónicos se disputaron la vicepresidencia, con la idea de que Porfirio Díaz, como hombre de 80 años, podría encontrar la muerte o incapacitarse para gobernar en cualquier momento del sexenio. El primer grupo, los “científicos” estaban integrados en su mayoría por empresarios, sin base social, pero con fuertes vínculos con la cúpula del régimen, entre ellos, el secretario de Hacienda, José Ivis Limantour, era el más importante. En el segundo, Bernardo Reyes era el hombre fuerte de su propio movimiento político: el reyismo, sus credenciales dentro del régimen eran amplias: cacique de Nuevo León, que llegó a ser gobernador, militar de alto rango y secretario de Guerra.  
Reyes tenía un apoyo social diverso. Contaba con el ejército, principalmente los altos mandos, los cuales le debían algunos favores. En Nuevo León, creó la 3° Reserva, una guardia nacional adicta a él. Conquistó a los hombres de la clase media, quienes lo consideraron capaz de cumplir sus demandas, los grandes jerarcas de la política porfirista como los gobernadores pensaban algo similar. 
En las ciudades, los entusiastas del reyismo prepararon clubs políticos para apoyar a quien consideraron su caudillo, en búsqueda de la candidatura a la vicepresidencia (Speckman, 2004: 206). No negaron la autoridad moral de Porfirio Díaz, aunque se realizó un esfuerzo por influir en la decisión de su compañero de fórmula. La movilización resultó inaudita y era el tema de conversación de la clase media.
Al acercarse el proceso electoral, Reyes era el hombre más popular. Sin embargo, Díaz lo consideró insano para el futuro de México, pensó que el tiempo de los militares en el poder debía concluir con su persona, para dar cabida a un civil. También, tuvo miedo del poder de Reyes y al no poderlo controlar en la vicepresidencia. En cambio, los “científicos” mostraban ser una élite moderna y civilista, capaz de encaminar a México al progreso material.  
El candidato para acompañar a Díaz en la boleta electoral fue Ramón Corral, un “científico” de poca importancia. Los reyistas se consideraron insultados, así organizaron pequeños levantamientos armados principalmente en el norte del país. Sin embargo, Reyes se negó a encabezar a quienes lo aclamaron como su caudillo, aceptó exiliarse en Europa, supuestamente para aprender sobre los armamentos más modernos. Desmoralizados, los rebeldes optaron por disolver sus fuerzas frente la posibilidad de ser aplastados militarmente. 




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