La guerra de independencia dislocó la economía que México heredaba de la
Nueva España, incluida la minería. En contra de la situación material, la
confianza de la riqueza existente en estás tierras llenó de optimismo a los
proyectistas, lo cual influyó en las decisiones de inversionistas y compañías
de Gran Bretaña, Francia y Prusia (identificada con la actual Alemania),
quienes pensaron en enriquecerse fácilmente con la plata del subsuelo
mexicano.
La inseguridad en los
caminos resultaba uno de los grandes problemas de la minería mexicana en las
primeras décadas de vida independiente. En respuesta, los centros mineros del
norte alejados de la Ciudad de México comenzaron su propia amonedación de la
plata, esto también era parte de la descentralización del poder, sólo las zonas
mineras del centro continuaron mandando mineral a la capital para su acuñación.
Zacatecas, Guanajuato y Pachuca fueron las zonas con
mejor desempeño en aquel momento. No lograron un despegue espectacular, sin
embargo, después de los primeros tropiezos tras la independencia, en los años
treinta consiguieron mantener una recuperación constante con signos de
crecimiento hasta la década de los cincuenta.
La destrucción por la guerra de independencia resultó de
poca importancia en Zacatecas, a donde arribaron diversas compañías británicas,
que encontraron el apoyo del gobierno estatal para recuperar la industria
minera de la región. Al comenzar los años treinta, la actividad extractiva de
la plata estaba en plena expansión, el conflicto de 1835 con el gobierno
central tronó el proyecto, el cual se apoderó de los yacimientos y Antonio
López de Santa Anna obtuvo una importante riqueza personal (Herrera, 2004: 49).
La producción no tuvo importantes tropiezos y mostró un crecimiento constante
hasta los años cincuenta.
En Guanajuato, la guerra de independencia resultó
destructiva para la minería. Durante los años veinte del siglo XIX, las minas
pasaron a manos británicas, las cuales realizaron el trabajo de rehabilitación,
sin embargo no lograron obtener las ganancias esperadas y quebraron, para la
segunda mitad de los años treinta, quedándose con la experiencia de parte del
personal de los ingleses y sus inversiones en maquinaria, gracias a lo cual
lograron tener ganancias importantes, que se mantuvieron constante hasta la
siguiente década. Existieron yacimientos que dieron mineral de forma
espectacular, aunque duraron poco.
En la región de Pachuca, Real del Monte resultó ser la
zona de explotación más importante, se presentó una situación similar a la de
Zacatecas y Guanajuato donde los ingleses dejaron personal capacitado y
maquinaria, tras el aparente fracaso de sus inversiones. Aunque en este caso, duraron
hasta 1849, cuando vendieron a los mexicanos la empresa.
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