La religiosidad y, con ella, la Iglesia en Europa
Occidental no quedaron intactas frente las transformaciones. En la primera
mitad del siglo XVI, emergieron varios movimientos religiosos, fueron tres los
más importantes. El luteranismo contrarió a la corrupción de la jerarquía
católica y de la venta de indulgencias para la salvación, el anglicanismo nació
de una ruptura provocada desde la monarquía inglesa de Enrique VIII Tudor con
el Vaticano y el calvinismo como el más radical y cercano a los pobres. A mediados
del siglo XVI, el papa organizó el Concilio de Trento donde se dieron los
cambios de la contrarreforma católica, con ideas confrontadas con el protestantismo,
las guerras religiosas estaban por comenzar.
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