A finales del siglo XV y en el XVI, los elementos básicos del
absolutismo podían verse, aunque se fortalecerían con el tiempo. Un monarca era
soberano en todo su reino por derecho devino, los señores feudales se
convirtieron en una nobleza cortesana con un poder disminuido sobre sus
tierras, aunque se mantenía el sistema rentista para los siervos. Ejércitos formados desde la autoridad real por mercenarios asalariados. Un
sistema de cobro de impuestos, que eran pagados por los sectores más pobres. El
capitalismo financiero, mercantil y manufacturero extendió sus intereses
económicos. El gobierno monárquico comenzó la construcción de una importante
burocracia, donde los cargos son comprados y llegaban a ser hereditarios. Los
primeros reinos de este tipo fueron la España de Fernando de Aragón e Isabel de
Cartilla, la Francia de Luis XI Valois y la Inglaterra de Enrique VII Tudor.
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