En el siglo XI, algunas
ciudades surgieron subordinadas a los señoríos feudales, aunque al poco tiempo
lograron ejercer una cierta autonomía. En las costas de lo que hoy es Italia
(península itálica) y en el Atlántico Norte, crecieron a través del comercio
marítimo. En las zonas urbanas, la burguesía era una nueva clase social, compartía
espacios con los gremios de artesanos con los cuales estaba enfrentada. El
comercio era una de las principales fuentes de ingresos de las ciudades, sin
embargo, este decayó por la falta de oro y plata como moneda de intercambio. En 1453, las ciudades de la península itálica perdieron la ruta de las sedas y
las especias por la caída de Bizancio en manos de los turcos-otomanos.
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