La parcial fragmentación territorial del México decimonónico.


La independencia de México no significó la construcción de una identidad nacional que la mayoría de los habitantes respetaran o la creación de un poder central fuerte para poder controlar el territorio. Esta simple situación causó una serie de conflictos separatistas dentro del nuevo país, el cual desgarró su integridad física.
La mayor extensión territorial en la historia de México se dio durante el Primer Imperio, tras su fin una serie de regiones de relevancia como Yucatán, Oaxaca, Jalisco, Zacatecas y Centroamérica comenzaron movimientos separatistas. En casi todos los casos, la situación fue salvada al consolidarse un régimen federalista en 1824, pues se entregaba amplios poderes a los dirigentes de estas regiones. En el territorio más al sur, casi todos optaron por tener su propio camino independiente, con excepción de Chiapas que regresó a integrarse a México, aunque en este caso, la mitad de este estado –el Soconusco– estovo entre permanecer en México o formar una nueva nación.
Los separatismos continuaron con poco éxito hasta la caída de la república federal en 1835, en ese momento, la ruptura del territorio mexicano volvió a ser una realidad. De inmediato, Zacatecas y Texas reclamaron su independencia, la primera fue recuperada rápidamente, mientras la segunda consolidó su independencia y comenzó su acercamiento a Norteamerica. Por otra parte, Yucatán se convirtió en una república, aunque regresó a formar parte de México al no poder controlar la Guerra de Castas, ni ser aceptada para formar parte de los Estados Unidos o del Imperio Británico.
La debilidad de las autoridades centrales de la república llevaron al país a la guerra con los Estados Unidos. Esta confrontación causó que México reconociera la independencia de Texas, la cual ya formaba parte del vecino del norte y la pérdida de grandes extensiones, que no mostraron resistencia frente la llegada de los norteamericanos. Las amenazas continuaron en la década de los cincuenta y sesenta, el proyecto más importante fue el de crear la República independiente del Río Grande entre los estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, el cual estuvo cerca de provocar una ruptora más en el territorio. A pesar de los graves problemas de integración, México logró mantener parte de la unidad nacional, evitando el trágico destino de las Provincias Unidas de Centroamérica, que terminaron por fragmentarse en varias naciones.


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