En las
primeras décadas de vida independiente, los conflictos bélicos resultaron una
constante, los cuales en su mayoría fueron enfrentamientos de mexicanos contra
mexicanos. Adicionalmente, eran rebeliones militares en contra de los gobiernos
instituidos, sólo la Guerra de los Tres Años tuvo dos gobiernos que se designaron
legítimos al mismo tiempo, donde se confrontaron a las facciones del ejército y
de las milicias civiles que los apoyaron.
Agustín I de Iturbide dirigió el Primer Imperio, fue desafiado por la
rebelión militar de Antonio López de Santa Anna, la coalición
anti-imperial creció poco a poco, al
final el general Echevarría, quien había sido mandado a combatir a los
rebeldes, optó por actuar contra el imperio, esto provocó la renuncia de
Iturbide. El único gobernante que logró concluir su periodo fue Guadalupe
Victoria, aunque enfrentó una serie de rebeliones, la más importante comenzó en
1827. El caudillo que encabezó la fracasada rebelión fue Nicolás Bravo, quien
era el vicepresidente y obtuvo apoyo político del grupo de los escoceses. De
ahí en adelante, los gobiernos cayeron uno tras otro frente caudillos
militares, que tenían detrás a algún grupo político, Santa Anna fue un caso paradigmático,
pues se apoyó de liberales y conservadores en diversas ocasiones para
conquistar el poder, no le importaba la bandera política, simplemente buscaba
la oportunidad para obtener provecho. El signo político del gobierno resultó irrelevante,
fueran federalistas o centralistas, la inestabilidad tarde o temprano atraía a
algún grupo del ejército a la rebelión.
En el último gobierno de Santa Anna, cuando se consideró a sí mismo “alteza
serenísima”, el Plan de Ayala proclamó el fin de la tiranía santanista, esta
rebelión puede ser considerada una revolución, la ideología de los liberales
puros la impregnó y los “colorados”, que eran la milicia civil del estado de
Guerrero, encabezaron las acciones bélicas. Posteriormente, la Guerra de los
Tres Años (1858-1861) se convirtió en un acontecimiento que involucró a todo el
país, los conservadores tuvieron como centro de operaciones la Ciudad de
México, mientras los liberales se posicionaron en el puerto de Veracruz, que estaba
defendido por el clima tropical que causaba enfermedades a los ejércitos del
centro y su antigua muralla resultó impenetrable en aquel momento. Los
liberales lograron la victoria basando sus esfuerzos bélicos en las milicias
civiles estatales, mientras fue destrozado el viejo ejército.
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