Al
independizarse México, la religiosidad de la nación era indiscutible. Las
fiestas vinculadas con la Iglesia formaban la mayor parte de las celebraciones
populares, donde la fe se llegaba a expresar con excesos impresionantes como
resultaba ser la autoflagelación para buscar el perdón de los pecados propios o
la salvación del alma de un ser querido ya muerto. Los momentos de estas
fiestas se realizaban acorde con el calendario de los santos, vírgenes y
patrones de los pueblos y ciudades, la diversión estaba garantizada en los
bailes y juegos. Adicionalmente, la religión se mesclaba con los elementos que
hoy podemos considerar cuestiones esotéricas, como los exorcismos.
Los políticos nunca buscaron afectar la fe del pueblo, aunque sí el poder
de la Iglesia católica, que permeaba en lo político y económico. Los
intelectuales liberales cuestionaron con dureza la forma en que la Iglesia
mantenía bajo su poder buena parte de la riqueza nacional y sin beneficio para
la sociedad. El primer gobierno en atreverse a tocar a la Iglesia fue el de Valentín
Gómez Farías en 1833, es de destacar que eliminó el uso de la fuerza pública en
el cobro del diezmo, lo que imposibilitó mantener su obligatoriedad, eliminó a
la Real y Pontificia Universidad de México, que era la cúspide del pensamiento
teológico-religioso, volvió a toda la educación laica, expropiaron algunas
propiedades eclesiásticas para venderlas y otorgarle dinero fresco al gobierno,
expulsó a cuanto obispo se opusiera, entre otras medidas. La posibilidad de
verse más afectada causaron que la Iglesia apoyara la llegada de la república centralista
como forma de gobierno, la cual tuvo como uno de sus pilares la religiosidad. Sin
embargo, la jerarquía católica observo como sus afectaciones continuaron.
La llegada del periodo de las reformas liberales del decenio de 1850,
golpearon a la iglesia, sus bienes fueron expropiados, lo cual significó
enormes ingresos fiscales y creó un mercado de tierras. Perdieron los
religiosos la posibilidad de ser juzgados en tribunales eclesiásticos y pasaron
a la jurisdicción civil. El registro de
los nacimientos, matrimonios y muertes dejaron de ser patrimonio de la Iglesia,
el gobierno se hizo cargo. Los religiosos vieron bloqueado su camino a la
política. Así, se creó un Estado laico. Al mismo tiempo, se legisló a favor de
la diversidad religiosa, a partir de ese momento comenzó la entrada legal de
otros cultos religiosos.
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