La rebelión de negros y mulatos de Yanga.


Al comenzar el periodo novohispano, la mortandad de la población indígena causó escases de mano de obra, el problema resultó mayor en las zonas costeras. Para solucionar la situación en parte, los españoles comenzaron la importación de esclavos, algunos de origen africano, aunque la mayoría procedía de las Antillas, región donde la esclavitud se había arraigado. Es de resaltar, la concepción católica, de aquel momento, consideraba normal la explotación de esclavos negros, por lo cual se facilitaba utilizarlos en trabajos rudos como la minería.
La sobre explotación y la posibilidad de vivir en libertad causaban la huida de los esclavos. Entre los que escapaban, algunos se volvían leperos, pobres de las zonas urbanas, otros formaban comunidades aisladas conocidas como palenques (Lira, 2000: 319). En buena cantidad de casos, buscaban desaparecer de la vista de los españoles, para no regresar a su situación de explotación, en otros, irrumpieron violentamente entre aquellos que los despreciaban.
El siglo XVI vivió algunos conatos de violencia y constantes fugas de negros, aunque la rebelión más importante llegó en los albores de la siguiente centuria. En medio de rumores sobre un inminente levantamiento, en 1608, Yanga, quién había sido líder tribal en África, movilizó a una aldea de negros libres y mulatos, posiblemente compuesta de ochenta familias, y otros grupos se sumaron. Comenzaron una serie de ataques contra los viajeros, que realizaban el recorrido de México-Veracruz, dejando la ruta en riesgo de colapsar y causar la incomunicación de la capital de la colonia con España, también se vieron afectadas varias haciendas y fincas de la región.   
Los primeros intentos de someterlos no lograron gran cosa, los rebeldes se escondían en lugares de difícil acceso. En la Ciudad de México corrió el rumor y el miedo a la llegada de los negros y mulatos insubordinados, los cuales llegarían a matar a los blancos y coronar a Yanga como monarca, en tal situación resultaba notoria la intranquilidad de las élites, mientras los leperos creían ver una oportunidad de cambio. En realidad, la situación estaba estancada, los negros y mulatos insubordinados eran incapaces de tomar una población importante, en contraposición, nadie los podía detener en su zona de influencia.  
Como último recurso, el virrey mandó más tropas conformadas por soldados españoles, algunos aventureros y arqueros tlaxcaltecas para derrotar a los rebeldes, tuvieron escaso éxito. En consecuencia, comenzaron las negociaciones. Yanga y sus hombres pidieron la posibilidad de crear un asentamiento reconocido por la autoridad imperial, con su propia Iglesia y tierras de cultivo, por su parte, prometían vivir sin afectar la propiedad de los bancos. Al final, firmaron la paz las dos partes.

Comentarios