La unificación de Castilla y Aragón.


Durante el largo proceso de la reconquista española para expulsar a los moros de la península ibérica, Castilla y Aragón habían conseguido importantes logros. El primero resultaba ser un reino dinámico, el segundo estaba anquilosado en el pasado.
            En 1469, el matrimonio entre las coronas de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón conformó la base territorial para la creación del absolutismo español. Los dos reinos sumaron sus fuerzas, la dinámica economía castellana impulsó el desarrollo, mientras la amplia estructura señorial aragonesa que llegaba hasta la península itálica dio desde un principio la imagen de un gran imperio.
            A través de impuestos, principalmente cobrados en Castilla, el nuevo reino absolutista comenzó a organizar un ejército de mercenarios, donde los hombres obtenían un sueldo por sus servicios y no sólo botines de guerra. En aquel monto, resultaba ser una fuerza bélica imparable. Esto era diferente a las milicias medievales, basadas en la lealtad señorial del vasallaje. Adicionalmente, por su potencial económico, organización política y dinámica social, Castilla resultó el lugar perfecto para establecer la capital del nuevo reino y Madrid la elegida.
Aragón quedó congelado en el tiempo, la unificación casi no lo afecto, es más, los tres reinos que lo integraban mantuvieron su autonomía uno frente el otro. No existió un programa político para modernizar las estructuras económicas y sociales. Pacificaron los territorios, lo cual, puede ser considerado como un importante logro regional.  Fernando I decidió abandonar sus tierras para gobernar desde Madrid, dejó de tras a virreyes que se encargaran del trabajo.
            Castilla y Aragón no lograron cimentar una unión firme para consolidarse definitivamente como unidad. Los recaudadores de impuestos no crearon un sistema tributario capaz de llegar a todos los territorios. Las cortes como los sistemas judiciales mantuvieron sus jurisdicciones aisladas, sin incorporarse en una normatividad imperial. Sólo la inquisición logró superar las barreras de la geografía y consolidarse como una institución española (Anderson, 2009: 63), esto resultó fundamental, se convirtió en un elemento de control ideológico y comenzaba la formación de una identidad colectiva, funcionaba para dar orden administrativo en las regiones controladas por los monarcas.

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