La Violencia (1982-2017).


Es difícil conocer el momento donde la violencia comenzó a crecer en México, aunque sin duda la crisis económica de los ochenta participó en la creación de un ambiente de resentimientos y desesperación para la hostilidad entre las personas. En los años noventa, los magnicidios de Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI, y del cardenal Juan Jesús Posadas mostraron que las élites del país no estaban exentas de la situación (Aguilar, 2012: 393), es de señalarse, los actores intelectuales de tales crímenes quedaron impunes. El clima de agresión poco a poco iría generalizándose en toda la república.
La violencia mostró su más crudo rostro en el pueblo de Acteal, Chiapas. En diciembre de 1997, hombres armados entraron a la comunidad, matando a 45 indígenas tzotziles, no tuvieron compasión, ni con las mujeres, ni con los niños. La guarnición militar cercana y la policía se mantuvieron al margen. Se consideró el crimen como una acción paramilitar, al ser la comunidad una base de apoyo neozapatista. A pesar de haber diversas personas en prisión, nunca se localizó a los autores intelectuales (Márquez, 2010: 764). 
El nuevo milenio trajo el crecimiento del narcotráfico, al llegar a la presidencia Felipe Calderón le declaró la guerra, esto llevó al ejército a las calles. La narcoviolencia creció y no se ve cuando disminuya, mientras los militares continúan realizando operativos contra el crimen organizado en todo el país. Diversos grupos buscan dominar los mercados de las drogas, enfrentándose a sangre y fuego, no importando cuantos civiles queden atrapados en sus conflictos. Una y otra cabeza criminal ha caído, sin embargo, esto desarticuló a las viejas organizaciones criminales, que se vieron fragmentadas y tuvieron que enfrentarse por el control de la comercialización de las drogas. El problema se encuentra en las exorbitantes sumas de dinero obtenidas por estas actividades, el cual permanecerá vinculado a la violencia mientras se mantenga el narcotráfico como una actividad ilegal.
Un aspecto de la violencia, complicado de aceptar y normalmente oculto, es la hogareña. Empieza por la verbal y en muchos casos llega a la agresión física. Esto resulta ser un flagelo para las familias mexicanas y razón de la desintegración de algunas de ellas. En las escuelas, el bullyng es un problema constante, hoy en día evidenciado frente toda la sociedad por medio de las redes sociales, aunque también es uno de los medios para incrementarlo.

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