Es difícil conocer el momento donde la
violencia comenzó a crecer en México, aunque sin duda la crisis económica de
los ochenta participó en la creación de un ambiente de resentimientos y
desesperación para la hostilidad entre las personas. En los años noventa, los magnicidios
de Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI, y del cardenal Juan
Jesús Posadas mostraron que las élites del país no estaban exentas de la
situación (Aguilar, 2012: 393), es de señalarse, los actores intelectuales de
tales crímenes quedaron impunes. El clima de agresión poco a poco iría
generalizándose en toda la república.
La violencia mostró su
más crudo rostro en el pueblo de Acteal, Chiapas. En diciembre de 1997, hombres
armados entraron a la comunidad, matando a 45 indígenas tzotziles, no tuvieron compasión,
ni con las mujeres, ni con los niños. La guarnición militar cercana y la
policía se mantuvieron al margen. Se consideró el crimen como una acción
paramilitar, al ser la comunidad una base de apoyo neozapatista. A pesar de
haber diversas personas en prisión, nunca se localizó a los autores
intelectuales (Márquez, 2010: 764).
El nuevo milenio trajo
el crecimiento del narcotráfico, al llegar a la presidencia Felipe Calderón le
declaró la guerra, esto llevó al ejército a las calles. La narcoviolencia
creció y no se ve cuando disminuya, mientras los militares continúan realizando
operativos contra el crimen organizado en todo el país. Diversos grupos buscan
dominar los mercados de las drogas, enfrentándose a sangre y fuego, no
importando cuantos civiles queden atrapados en sus conflictos. Una y otra
cabeza criminal ha caído, sin embargo, esto desarticuló a las viejas
organizaciones criminales, que se vieron fragmentadas y tuvieron que
enfrentarse por el control de la comercialización de las drogas. El problema se
encuentra en las exorbitantes sumas de dinero obtenidas por estas actividades,
el cual permanecerá vinculado a la violencia mientras se mantenga el
narcotráfico como una actividad ilegal.
Un aspecto de la
violencia, complicado de aceptar y normalmente oculto, es la hogareña. Empieza
por la verbal y en muchos casos llega a la agresión física. Esto resulta ser un
flagelo para las familias mexicanas y razón de la desintegración de algunas de
ellas. En las escuelas, el bullyng es
un problema constante, hoy en día evidenciado frente toda la sociedad por medio
de las redes sociales, aunque también es uno de los medios para incrementarlo.
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