La APPO.


En la era neoliberal, Oaxaca pasó a ser uno de los bastiones de la constante rebeldía popular, ya sea con guerrillas, movimientos indígenas o manifestaciones del magisterio, no podía ser de otra forma, la pobreza y la exclusión del estado lo volvía tierra fértil para las explosiones sociales. Al dar un paso casi revolucionario, en el 2006, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) logró organizar y crear un verdadero gobierno popular, al menos temporalmente. 
Es de retomar un antecedente clave, el magisterio de Oaxaca mostraba su inconformidad cada año, en contra de un raquítico aumento salarial. Los plantones, marchas y demás movilizaciones de un solo grupo social lograron lo extraordinario, conectaron con buena parte de la sociedad oaxaqueña, afectada por la depredación neoliberal vivida en las últimas décadas y una larga historia de despojos. Para mediados del 2006 resultaba posible reconocer la existencia de la APPO, la cual mostraba una enorme capacidad de organización y de convocatoria.
En agosto, la APPO controlaba la capital y buena parte del estado de Oaxaca. Expulsó a las autoridades del gobierno local, que trataba de mostrarse funcional, aunque gestionaban desde el D.F., alejadas de sus oficinas. El movimiento consolidó sus propias emisiones de radio y de televisión, lo cual le permitió comunicar a la población local, mientras organizaban su cuerpo policiaco (Pérez, 2013: 255). El gobernador, Ulises Ruiz, ordenó una represión selectiva y desde la oscuridad. Mientras, las movilizaciones continuaban y estaban cimentando su propio gobierno popular.
En lugar de desaparecer los poderes y colocar un nuevo gobernador más conciliador, el gobierno federal panista respaldó a los priístas para mantener el control. Se trataba de la moneda de cambio por el respaldo a Felipe Calderón como presidente electo en un proceso muy dudoso. Así, a finales de octubre, con el asesinato de Brad Will, un periodista norteamericano, la policía federal comenzó la toma de la ciudad de Oaxaca. La resistencia popular detuvo durante diez horas la llegada de los efectivos al centro, otro tiempo indefinido usaron para limpiar las barricadas en uno u otro punto. A pesar de perder el control, la APPO mantuvo una actividad importante por el resto del año. La persecución y el desgaste menguaron la fuerza del movimiento, el cual desapareció poco a poco, mientras los hombres del PRI recuperaban el control sobre el estado.   

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