A pesar de su neoliberalismo
económico, Miguel de la Madrid dejó tranquilo al viejo sistema corporativista,
donde los líderes sindicales resultaban ampliamente beneficiados de sus
vínculos con el gobierno y, en una pequeña proporción, se apoyaba a los
agremiados para tenerlos tranquilos. En el sexenio de Carlos Salinas las cosas
no siguieron así, no estaba dispuesto a tener un intermediario como los
sindicatos para lograr sus propósitos, los primeros golpes resultaron
espectaculares al ser destituidos los dirigentes de los petroleros Joaquín
Hernández Galicia, “La Quina” y el de los maestros Carlos Jonguitud Barrios
(Márquez, 2010: 755), estos hombres eran leales siempre y cuando consiguieran
algo a cambio, eliminar ese intermediario era la meta.
A través
del Programa Nacional de Solidaridad (PRONASOL), el salinismo intentaba crear
clientelas políticas (Bizberg, 2003: 337), basadas en individuos, los cuales
recibirían algo directamente del gobierno, sin la intervención del
corporativismo sindical. Los consecutivos gobiernos neoliberales han realizado
dinámicas similares.
Los
sindicatos han perdido constantemente fuerza en el escenario político nacional,
la reforma laboral de finales del sexenio calderonista los volvió innecesarios
para los nuevos empleados, al disminuir la importancia del contrato colectivo,
mientras se daba mayor peso a los individuales y temporales. Su relación con el
gobierno prácticamente desapareció y quedaron subordinados a los caprichos de
los dueños de las empresas.
El debilitamiento
del corporativismo causó dinámicas inesperadas como la organización del Partido
Nueva Alianza en el 2005 por Elba Ester Gordillo, dirigente del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), siendo esto una forma de
apoyarse en la manipulación de las bases sindicales para fortalecer la fuerza
política de una corrupta cúpula sindical. Para evitar dificultades en la
implementación de su reforma educativa, Enrique Peña Nieto destronó a Elba
Ester, dejando intacta la estructura política-sindical a complacencia de los
dirigentes no tocados. Actualmente, los trabajadores se encuentran descontentos
con sus dirigencias sindicales, al ser aplastados una y otra vez sus derechos
laborales por las políticas neoliberales.
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