En 1983, la bonanza petrolera
se había acabado y México se encontraba sometido por sus acreedores del
extranjero, prácticamente el gobierno no tenía los instrumentos para resolver
el problema, ni forma para conseguirlos. El Fondo Monetario Internacional (FMI)
exigía reformas de corte neoliberal, por su parte, mientras los tecnócratas en
el poder estaban dispuestos a implementarlas y las buscaban. En la década
perdida de los años ochenta, entre algunos otros factores económicos, la deuda
externa hundió al país.
El
gobierno de Miguel de la Madrid no podía por medio de sus ingresos fiscales
mantenerse, tampoco podía financiarse con más deuda externa, la opción fue
generar deuda interna. La misma se colocó con intereses muy elevados,
permitiendo el enriquecimiento de algunas cuantas personas (Marichal,
2003:473). Adicionalmente, la falta de capacidad de pago del gobierno mexicano
provocó la creación de créditos internacionales para cubrir los pagos que
estaban por vencerse. Así, un círculo vicioso de endeudamiento provocó mayores
problemas.
Al
comenzar los años noventa, una nueva oleada de créditos baratos invadió los
mercados, los recursos procedieron de las naciones desarrolladas,
principalmente se trataba de recursos de pensiones manipuladas por
inversionistas. Como el resto de América Latina, México obtuvo fuertes
préstamos en aquellos años. En diciembre de 1994, la crisis económica del error
de diciembre empujó una nueva situación crítica de la deuda externa. Los
Estados Unidos mostraron preocupación por la posibilidad de un mayor
hundimiento de la economía mexicana, que los pudiera arrastrar, por lo cual
buscaron el apoyo del FMI para realizar un rescate monumental de su vecino del
sur, la situación salió a flote. Sin embargo, se terminó con un enorme
endeudamiento.
En la
primera parte del siglo XXI, el gobierno federal mantuvo en una situación
controlada la deuda externa. No obstante, la descentralización del poder
político provocó que los gobernadores pudieran hacer y deshacer con los
recursos de las entidades, esto estuvo acompañado del endeudamiento sin
control. Muchas de las deudas de los estados no tuenen justificación, al no
haber sido destinadas a obras públicas o alguna otra forma de beneficiar a la
sociedad. Al parecer, sólo enriquecieron a los corruptos.
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