La deuda externa (1982-2017).

En 1983, la bonanza petrolera se había acabado y México se encontraba sometido por sus acreedores del extranjero, prácticamente el gobierno no tenía los instrumentos para resolver el problema, ni forma para conseguirlos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) exigía reformas de corte neoliberal, por su parte, mientras los tecnócratas en el poder estaban dispuestos a implementarlas y las buscaban. En la década perdida de los años ochenta, entre algunos otros factores económicos, la deuda externa hundió al país.
El gobierno de Miguel de la Madrid no podía por medio de sus ingresos fiscales mantenerse, tampoco podía financiarse con más deuda externa, la opción fue generar deuda interna. La misma se colocó con intereses muy elevados, permitiendo el enriquecimiento de algunas cuantas personas (Marichal, 2003:473). Adicionalmente, la falta de capacidad de pago del gobierno mexicano provocó la creación de créditos internacionales para cubrir los pagos que estaban por vencerse. Así, un círculo vicioso de endeudamiento provocó mayores problemas.
Al comenzar los años noventa, una nueva oleada de créditos baratos invadió los mercados, los recursos procedieron de las naciones desarrolladas, principalmente se trataba de recursos de pensiones manipuladas por inversionistas. Como el resto de América Latina, México obtuvo fuertes préstamos en aquellos años. En diciembre de 1994, la crisis económica del error de diciembre empujó una nueva situación crítica de la deuda externa. Los Estados Unidos mostraron preocupación por la posibilidad de un mayor hundimiento de la economía mexicana, que los pudiera arrastrar, por lo cual buscaron el apoyo del FMI para realizar un rescate monumental de su vecino del sur, la situación salió a flote. Sin embargo, se terminó con un enorme endeudamiento.

En la primera parte del siglo XXI, el gobierno federal mantuvo en una situación controlada la deuda externa. No obstante, la descentralización del poder político provocó que los gobernadores pudieran hacer y deshacer con los recursos de las entidades, esto estuvo acompañado del endeudamiento sin control. Muchas de las deudas de los estados no tuenen justificación, al no haber sido destinadas a obras públicas o alguna otra forma de beneficiar a la sociedad. Al parecer, sólo enriquecieron a los corruptos.         
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