Desde
los años cuarenta, la industrialización se convirtió en la política central de los
diversos gobiernos, el agrarismo paso a un plano secundario. Como medida
proteccionista, la sustitución de importaciones resultó ser una política clave,
que se basaba en cobrar fuertes impuestos a los productos del extranjero, esto
encareció todas las importaciones y, al menos en precios, los volvió poco
competitivos, mientras se apoyó el incremento de la producción de la industria
nacional. Esta situación se planteó en un principio como algo temporal para
crear un sector manufacturero sólido, capaz de competir posteriormente con los
productos importados, lo cual no sucedió. A la par de estos cambios, las
ciudades crecieron y los obreros extendían su número.
Durante su presidencia, Miguel Alemán convirtió
a la industrialización en la base de sus discursos, la defendió y promovió con
vigor. Esto quedo claro hasta para el mundo exterior en 1948, en una reunión en
Bogotá, Colombia, los Estados Unidos pidieron una cierta apertura comercial
para sus productos en toda América Latina, México se negó rotundamente, ya que
estaría en riesgo su industrialización, sólo se permitiría la entrada de
capitales extranjeros para el fortalecimiento de la industria nacional (Peña,
2006, 411). Los norteamericanos no pudieron oponerse a la postura mexicano, la
cual apoyó a otras naciones para tomar posicionamientos similares.
Por medio del peso demográfico y la
interconexión de diversas vías de comunicación, la ciudad de México logró
mantenerse y creció como el centro industrial más importante del país, otras
ciudades de la zona centro se convirtieron simplemente en abastecedoras de la
industria de la capital, hasta Guadalajara mantuvo esta situación a pesar de
ser el segundo punto de concentración urbana. Monterrey mantuvo y defendió
mantuvo su propia industrialización, quedó en segundo lugar en este aspecto,
también Tijuana y ciudad Juárez lograron crear industrias dinámicas, aunque
estas últimas relacionadas con el mercado norteamericano.
La industrialización comenzó a mostrar signos de
debilidad en los años sesenta, la cual sólo podía sobrevivir bajo la
sustitución de importaciones. La industria del país mantuvo el control sobre el
marcado nacional, esto volvió innecesaria la inversión en la creación de nuevas
tecnologías para mejorar su producción, se fueron quedando atrás frente la
constante innovación de otras naciones. La industria pesada nunca se desarrolló,
por lo cual toda la maquinaria venía del exterior.
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