La economía mixta (1940-1982).

En 1940, México contaba con las bases suficientes para ser considerado como una economía mixta, basada en la producción de los empresarios mexicanos, con una muy importante intervención estatal para apoyar el crecimiento económico, en los años posteriores afinaría su funcionamiento. La interacción de lo público y privado en la economía basó su acción en el nacionalismo, el cual permitió el nacimiento y el crecimiento de empresas estatales para cubrir áreas estratégicas o con baja inversión, mientras que nunca se abandonó la idea del enriquecimiento individual, que permitió la acumulación de enormes fortunas.    
La economía mixta mexicana tuvo un impulso muy importante al apoyar a los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Nuestra nación casi no participó militar durante el conflicto, ni tuvo relevancia en el campo de batalla. Sin embargo, el respaldo conjunto de los empresarios y el gobierno a la economía norteamericana resultó fundamental, el cual permitió florecer el nacionalismo económico mexicano. Al terminar la guerra, la situación internacional ayudo a mantener el modelo económico, la mayoría de los gobiernos occidentales se lanzaron a intervenir sus economías capitalistas, esa nueva situación y los planteamientos teóricos del keynesianismo, que se volvieron dominantes, permitieron un crecimiento espectacular.
A través de la inversión gubernamental, los caminos de asfalto crecieron sin detenerse y la red ferrocarrilera se mantuvo relativamente sana y funcional, esto para transportar el innumerable tránsito de mercancías por todo el país y poco a poco conectaron rincones más remotos (Romero, 2003: 170). El gobierno tomó el control sobre la producción y distribución de la electricidad, esto para llevar la energía eléctrica a todos los rincones del país y generar una situación propicia para la introducción de una serie de productos manufacturados que necesitaban este abastecimiento y comenzaba su elaboración en México. Por su parte, Petróleos Mexicanos (PEMEX) alimentó a la economía interna y fue la base de la energía para mover al país. El Estado de bienestar acompañó a la acción gubernamental esencialmente económicas, en parte, fomentó la creación tanto de hospitales como de universidades o las pensiones públicas para atender las necesidades de parte de la población, que vivía de su trabajo diario. En tal ambiente, la iniciativa privada logró obtener la infraestructura fundamental para desarrollar sus productos, mientras la tranquilidad social fomentaba la inversión. 

Vista aérea de la presa Falcón en 1953, mismo año de su inauguración. (Krauze, 1999, 59)


A partir de los años setenta y principalmente a comienzos de los ochenta, la intervención estatal se mantuvo, aunque la economía tuvo fuertes vaivenes y la relación con los empresarios se descompuso. Los equilibrios de la economía mixta de las décadas anteriores comenzaron a romperse, la misma estaba en crisis como modelo de desarrollo.


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