En
1940, México contaba con las bases suficientes para ser considerado como una
economía mixta, basada en la producción de los empresarios mexicanos, con una
muy importante intervención estatal para apoyar el crecimiento económico, en
los años posteriores afinaría su funcionamiento. La interacción de lo público y
privado en la economía basó su acción en el nacionalismo, el cual permitió el
nacimiento y el crecimiento de empresas estatales para cubrir áreas
estratégicas o con baja inversión, mientras que nunca se abandonó la idea del
enriquecimiento individual, que permitió la acumulación de enormes
fortunas.
La
economía mixta mexicana tuvo un impulso muy importante al apoyar a los Estados
Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Nuestra nación casi no participó militar
durante el conflicto, ni tuvo relevancia en el campo de batalla. Sin embargo,
el respaldo conjunto de los empresarios y el gobierno a la economía
norteamericana resultó fundamental, el cual permitió florecer el nacionalismo
económico mexicano. Al terminar la guerra, la situación internacional ayudo a
mantener el modelo económico, la mayoría de los gobiernos occidentales se
lanzaron a intervenir sus economías capitalistas, esa nueva situación y los
planteamientos teóricos del keynesianismo, que se volvieron dominantes, permitieron
un crecimiento espectacular.
A
través de la inversión gubernamental, los caminos de asfalto crecieron sin
detenerse y la red ferrocarrilera se mantuvo relativamente sana y funcional,
esto para transportar el innumerable tránsito de mercancías por todo el país y
poco a poco conectaron rincones más remotos (Romero, 2003: 170). El gobierno
tomó el control sobre la producción y distribución de la electricidad, esto
para llevar la energía eléctrica a todos los rincones del país y generar una
situación propicia para la introducción de una serie de productos
manufacturados que necesitaban este abastecimiento y comenzaba su elaboración en
México. Por su parte, Petróleos Mexicanos (PEMEX) alimentó a la economía
interna y fue la base de la energía para mover al país. El Estado de bienestar
acompañó a la acción gubernamental esencialmente económicas, en parte, fomentó
la creación tanto de hospitales como de universidades o las pensiones públicas
para atender las necesidades de parte de la población, que vivía de su trabajo
diario. En tal ambiente, la iniciativa privada logró obtener la infraestructura
fundamental para desarrollar sus productos, mientras la tranquilidad social
fomentaba la inversión.
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Vista aérea de la presa Falcón en 1953, mismo
año de su inauguración. (Krauze, 1999, 59)
|
A
partir de los años setenta y principalmente a comienzos de los ochenta, la
intervención estatal se mantuvo, aunque la economía tuvo fuertes vaivenes y la
relación con los empresarios se descompuso. Los equilibrios de la economía
mixta de las décadas anteriores comenzaron a romperse, la misma estaba en
crisis como modelo de desarrollo.
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