El transporte en la posrevolución.

En el porfiriato, el ferrocarril se construyó a un ritmo acelerado, en los años veinte la infraestructura existente resultaba herencia de aquel periodo, sin embargo, la Revolución Mexicana causó importantes estragos en las vías, durmientes, estaciones, locomotoras, carros y disperso los ferrocarrileros más capacitados entre los ejércitos revolucionarios. En 1920, el régimen de Adolfo de la Huerta heredó un sistema ferrocarrilero incautado, por lo cual debía administrarlo y tratar de sacar lo mejor de esa complicada situación. El gobierno devolvió los ferrocarriles a la iniciativa privada en 1926, mientras los problemas continuaron.
No sólo los ferrocarriles estaban en movimiento, en 1925, el gobierno de Plutarco Elías Calles comenzó una obra colosal: la red carretera. Un año después, los primeros tramos fueron para enlazar la Ciudad de México con Pachuca y Puebla, el país se comenzaba a interconectar desde el centro, al poco tiempo se alcanzaron los puertos de Veracruz y Acapulco, también se hicieron importantes obras en el norte para conectar con las carreteras de los Estados Unidos.
En 1921, la primera aerolínea comercial, Compañía Mexicana de Aviación, comenzó operaciones, la posibilidad de comprar un boleto de avión se habría para los mexicanos que tuvieran los recursos para pagarlo, también el correo llegó más rápido a las principales ciudades del país. Las rutas aéreas comenzaron a establecerse por toda la república, aunque resultaba una proeza mecánica y humana los vuelos de la ciudad de México a los Estados Unidos, establecer una ruta comercial no era factible por la imposibilidad tecnológica de cumplir sin accidentes y regularmente con tantas horas de vuelo. Se podían realizar recorridos internacionales, siempre y cuando se tuvieran los transbordos necesarios para lograrlo de forma segura. En 1928, los terrenos de la exhacienda de Balbuenas fueron donados a la federación, ahí se construyó el primer aeropuerto de la nación. 

Uno de los grandes problemas en comunicación era la falta de una marina mercante, sólo existían unos cuantos navíos dedicados a esta cuestión a pesar de ser México una nación con costas en los océanos Pacifico y Atlántico (Jáuregui, 2004: 146). En el cardenismo, los ferrocarriles presentaban varios problemas técnicos, más una serie de problemas sindicales, los cuales derivaron en la nacionalización de los ferrocarriles, que fueron entregados a los obreros para su administración. A pesar de lograr mejorar las instalaciones ferroviarias, se toparon con problemas para obtener el presupuesto necesario, más la existencia de una demanda que superaba su capacidad de transporte de mercancías y pasajeros, esto causo que se les quitara la administración en 1940.


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