El movimiento ferrocarrilero (1958-1959).

El movimiento obrero a comienzo de los años cincuenta, se encontraba en relativa calma. Sin embargo, diferentes agravios afectaron a los ferrocarrileros, se impusieron dirigentes sindicales en el Sindicato de Trabajadores Ferroviarios de la República Mexicana (STFRM) para dar mayor control al gobierno. Adicionalmente, los trabajadores ferroviarios habían perdido en la última década un 40% de su poder adquisitivo, mientras otros grupos obreros como los telefonistas habían mejorado su situación salarial. Se pidió un aumento de emergencia para superar la situación, del cual el Sindicato sólo consideró pedir una parte.
En 1958, las protestas comenzaron encabezadas por Demetrio Vallejo, un trabajador de base, quien planteó paros escalonados comenzando en 2 horas, hasta llegar a la huelga general. El gobierno optó por aceptar parte del aumento salarial y destituir a un importante dirigente controlado por él. Los ferrocarrileros propusieron a Vallejo para dirigir el STFRM y lograron una elección democrática frente la oposición de la administración y del gobierno (Semo, 1988: 50). 
Para 1959, los ferrocarrileros intentaron un mayor aumento salarial, para recuperar definitivamente su poder adquisitivo de finales de los años cuarenta. La huelga general estalló, en esta ocasión el gobierno respondió con mano dura, ya que otros grupos obreros como los petroleros y los telefonistas estaban acercándose a las posiciones de los ferrocarrileros. Las instalaciones y el equipo ferroviario fueron ocupados por el ejército, lo cual permitió llevar a cabo el movimiento de mercancías y personas por medio de los ferrocarriles, con apoyo de unos cuantos ferrocarrileros traidores al movimiento y personal militar. Los principales dirigentes (Demetrio Vallejo y Valentín Campa) junto los obreros más combativos fueron detenidos por la policía. La resistencia de los ferrocarrileros resultó inútil, la huelga llegó a su fin en unas cuantas semanas.

Demetrio Vallejo y Valentín Campa pasaron a ser presos políticos. El intento de democratizar al STFRM llegó a su fin y se impuso de forma contundente una dirigencia “charra”, obediente a los designios de la presidencia. A cambio de la represión, los ferrocarrileros obtuvieron un aumento de emergencia salarial.  

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