El movimiento de los médicos (1964-1965).

Al comenzar los años sesenta, los hospitales no cubrían las necesidades de la población, esto resultaba palpable en las principales urbes, especialmente en la ciudad de México. Esto saturaba la capacidad existente, los médicos debían redoblar sus esfuerzos para satisfacer en parte la demanda, aunque la calidad resultaba medianamente abandonada. Los internos y los residentes apoyaban en el trabajo hospitalario mientras realizaban sus estudios de especialización, trabajaban intensamente, mientras que sus becas-sueldo resultaban insuficientes para cubrir sus necesidades. Los médicos de base obtenían un sueldo relativamente bueno, aunque consideraban necesario una mayor por lo especializado de su trabajo.
A finales de 1964, los internos y residentes organizaron la Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos A.C. (AMMRIAC), con lo cual comenzaron un paro de labores. Buscaban la mejora de los ingresos de sus becas-sueldo y la posibilidad de que estas fueran transformadas en contratos salariales no definitivos. Adicionalmente, planteaban que los hospitales cubrieran en los hechos sus necesidades de batas y demás indumentaria como doctores y no quedara en algo que sólo se cumplía a medias. El gobierno dio su palabra para cumplir las demandas, así el paro llegó a su fin en pocas semanas (Smith, 2003: 352). Al comenzar 1965, el incumplimiento de las autoridades de sus promesas llevo a un segundo paro donde se sumaron los médicos de base en busca de mejores salarios y en apoyo de los internos y residentes, nuevamente llegó la promesa de cumplirse las demandas y otro paro llegó a su fin.

Sin embargo, las demandas seguían sin cumplirse, en consecuencia, se creó la Alianza de Médicos Mexicanos (AMM), que buscaba tener la titularidad del contrato colectivo. En tercer paro resultó reprimido, los participantes fueron despedidos, aunque el gobierno optó por no hacerlo por la posibilidad de enfrentarse a un movimiento más grande, algunos grupos sociales estaban respaldando a los médicos. Se optó por forzar la renuncia de los más combativos. Un nuevo paro se dio a finales de 1965, en esta ocasión el gobierno no tuvo piedad, el ejército ocupo los hospitales en la ciudad de México, se dieron despido de todo aquel que tuviera participación dentro del movimiento, los dirigentes pasaron a ser presos políticos y la infraestructura hospitalaria fue tomada por médicos militares, con apoyo de quienes decidieron abandonar el movimiento frente la represión.

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