por Alef Pérez
A mediados del siglo XX, la oposición política participó elección tras elección, sin lograr el reconocimiento de un triunfo importante. En 1946, el general, Miguel Henríquez, buscó la candidatura oficial, para lo cual, organizó el Federación de Partidos del Pueblo Mexicano (FPPM), algunos grupos lo observaron como un nuevo Lázaro Cárdenas, capaz de trazar y moverse a través de un camino de políticas sociales radicales. El presidente en turno, Ávila Camacho, lo convenció de declinar su precandidatura para dejarle libre el camino a Miguel Alemán, lo cual significó que se disciplinara como hombre dentro del grupo en el poder (Aguirre, 1988: 85). Otro precandidato oficial, Ezequiel Padilla optó por no alinearse y lanzó su candidatura, fracasó totalmente.
En la práctica, ya con un sexenio de por medio, el régimen alemanista abandonó las políticas sociales radicales del cardenismo, por ejemplo, el reparto agrario disminuyó la dotación de nuevas tierras y las pocas entregadas eran de mala calidad. Por su parte, el sector de izquierda dentro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) estuvo escandalizado, su opción fue apoyar nuevamente la candidatura de Miguel Henríquez, el mismo Lázaro Cárdenas apuntaló tal candidatura frente la amenaza de un segundo sexenio de Miguel Alemán, aunque al final, aceptó apoyar a otro candidato oficial a cambio de mantener el compromiso de la no reelección. A principio de los años cincuenta, el henriquismo estuvó frente una disyuntiva, volver a alinearse o lanzar una candidatura fuera del oficialismo, optó por la segunda opción y se apoyó en el FPPM.
De forma tradicional, el Partido Popular (PP) era la institución de la izquierda, el sindicalista e intelectual, Lombardo Toledano, encabezó tal organización, que estuvo en una situación complicada por la falta de apoyo entre la población.
Al comenzar el proceso electoral de 1952, el FPPM y el PP coincidieron en la necesidad de recuperar el verdadero camino de la Revolución Mexicana o, más especifico, el modelo político-económico del cardenismo, del cual como ya se mencionó, el alemanismo mostró un notorio alejamiento, con tales elementos como base, buscaron construir una plataforma en común. El intento fracasó por el protagonismo de Lombardo Toledano. Por otra parte, el régimen buscó hostigar al henriquismo por ser el enemigo más formidable, lo descalificó durante toda la contienda electoral, al señalarlo de irresponsable e incapaz de gobernar.
En los días previos a la elección, por ser el bastión de la oposición política, la Ciudad de México estuvo en una situación de tención, con brotes de violencia por ataques priístas a los simpatizantes del FPPM. El 6 de junio de 1952, tanques llegaron a la capital, con el objetivo de vigilar las elecciones. Para el día siguiente, los henriquistas organizaron un mitin en el cual se denunciaron una multitud de irregularidades, la policía abrió fuego en contra de los manifestantes para dispersarlos, los dirigentes del movimiento fueron encarcelados.
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