Los zapatistas mostraron una
gran inconformidad desde los Tratados de Ciudad Juárez, al no reconocerse ahí la
cuestión agraria del Plan de San Luis. Al llegar Madero al poder, y ver
traicionadas sus esperanzas de un reparto agrario, optaron por continuar su
lucha, ahora enarbolando el Plan de Ayala, que firmaron en noviembre de 1911.
En este documento, los pueblos de Morelos expresaron su sentir, mantuvieron las
reivindicaciones políticas del Plan de San Luis y radicalizaron cualquier
propuesta de reparto agrario. Buscaban un retorno a su viejo sistema de
comunidad colectiva, sin las haciendas, el lema del texto fue “Reforma,
libertad, justicia y ley”. Los zapatistas emprendieron una guerra de
guerrillas, la cual se mantuvo durante todo el gobierno de Madero.
Los
orozquistas, encabezados por Pascual Orozco, principal dirigente de la época de
revolución maderista en Chihuahua, se rebelaron con el Plan de la Empacadora en
marzo de 1913. En este caso no se trató de una rebelión campesina como la zapatista,
sino de una muy ecléctica. Por un lado, los campesinos y obreros representaban
a los desposeídos, por el otro, algunos terratenientes actuaron para proteger
sus intereses. En tal contexto, la rebelión no logró tener objetivos claros
(Garciadiego, 2004: 235). Se trataba de un reclamo general al maderismo. El
orozquismo obtuvo fuerza en un principio junto con algunos triunfos y muchos
observadores lo pensaron capaz de derrotar al régimen de Madero. Victoriano
Huerta dirigió a los federales, mientras Pancho Villa hizo lo propio con las
fuerzas rurales afines al régimen, en unos cuantos meses, lograron derrotar a
la rebelión en el norte.
Tras una conspiración planeada desde los Estados Unidos, Bernardo Reyes encabezó un levantamiento armado. Al parecer, se creía el único hombre campas de dirigir el país. La rebelión se dio principalmente en Nuevo León, pero al no encontrar apoyo en la sociedad se rindió. Félix Díaz, quien sólo tenía el mérito de ser el sobrino de Porfirio Díaz, se rebeló en el puerto de Veracruz, ahí obtuvo el apoyo del cónsul norteamericano del puerto, al final la rebelión también fue derrotada. Estos dos últimos rebeldes muy cercanos a las élites porfiristas encontraron sus caminos en la prisión militar de la Ciudadela en la ciudad de México.
Tras una conspiración planeada desde los Estados Unidos, Bernardo Reyes encabezó un levantamiento armado. Al parecer, se creía el único hombre campas de dirigir el país. La rebelión se dio principalmente en Nuevo León, pero al no encontrar apoyo en la sociedad se rindió. Félix Díaz, quien sólo tenía el mérito de ser el sobrino de Porfirio Díaz, se rebeló en el puerto de Veracruz, ahí obtuvo el apoyo del cónsul norteamericano del puerto, al final la rebelión también fue derrotada. Estos dos últimos rebeldes muy cercanos a las élites porfiristas encontraron sus caminos en la prisión militar de la Ciudadela en la ciudad de México.
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