Desde antes del triunfo de la
revolución constitucionalista sobre el huertismo, los revolucionarios se
encontraron profundamente divididos. El conflicto entre los constitucionalistas
se observaba en las figuras de Venustiano Carranza, el dirigente político de
mayor relevancia, y Pancho Villa, el militar más importante. Las divisiones entre
las principales figuras causaron que la División del Noreste y la del Norte se
plantearan llevar a cabo una Convención de revolucionarios al triunfar.
La
Convención de los revolucionarios se realizó entre generales
constitucionalistas en la ciudad de México, sin la participación de la División
del Norte villista. La tensión entre los grupos creció, al grado de que se
decidió reorganizar la Convención con representantes villistas. Así, se llamó
dentro del ejército constitucionalista por cada mil hombres en armas a un
representante, lo cual significaba que el pueblo de quienes habían hecho la
revolución sería representado, en una convención que se declaraba a sí misma
soberana y representante de la nación. El Ejército Libertador del Sur de los
zapatistas, quienes no formaban parte de los constitucionalistas, fueron
invitados por iniciativa del villismo (Gilly, 1988: 183). Los magonistas no
fueron requeridos, los consideraban un grupo insignificante, el cual portaba
ideas demasiado radicales para formar parte del consenso revolucionario.
Las
discusiones estériles y sin contenido se volvieron dinámicas y de una
importante sustancia ideológica con la llegada de los zapatistas a la
Convención en octubre de 1914, quienes lograron que la Convención reconociera
el Plan de Ayala con sus contenidos de reforma social y reparto agrario. Los
villistas encontraron afinidad con las ideas zapatistas y se sumaron a su
causa. Los carrancistas encontraron un escenario hostil a sus ideas, las cuales
tuvieron que matizar para no verse tan conservadores y reaccionarios.
La
Convención tenía un fuerte problema, el peso de las figuras de Carranza y
Villa. Por lo cual, se le pidió al primero la renuncia a su control del poder
ejecutivo federal y a la primera jefatura del ejército constitucionalista y al
segundo su mando sobre la División del Norte. Villa aceptó renunciar a su poder
militar y pidió ser fusilado junto con Carranza por el bien de la revolución.
Carranza al verse acorralado, desconoció a la Convención en noviembre, lo cual
provocó la división entre constitucionalistas y convencionistas.
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