En la presidencia, Madero resultó débil, en
parte por su fe en la democracia y la libre expresión. No planteó un gobierno
fuerte, capaz de contener y, en ocasiones, someter a sus múltiples enemigos
(Blanquel, 2003: 142). Así, lo que en momentos de campañas políticas y de
rebelión popular habían sido una fuerza moral incuestionable se convirtió en
una debilidad, que erosionó poco a poco al nuevo régimen. En el escenario
nacional, la gran mayoría de los gobernadores eran porfiristas, con la
excepción de unos cuantos como los de estados fronterizos, los cuales habían vivido
con más fuerza el movimiento armado de la revolución maderista.
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El presidente Francisco I. Madero en Palacio Nacional. A la izquierda, el capitán José Vázquez Shafino, miembro de su Estado Mayor, 1912. (Krauze, 2003: 13)
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El congreso estaba conformado al comenzar el gobierno de Madero por una mayoría porfirista, al poco tiempo esto cambió al llegar por medio del voto grupos de congresistas identificados con el nuevo gobierno a la cámara de Diputados. Los diputados maderistas mostraron descontrol en sus posturas, no tuvieron una dirección clara, mientras los porfiristas estuvieron unificados entorno a su oposición a Madero. Por su parte, la de Senadores se mantuvo como en el porfiriato. La complicada situación en el poder legislativo bloqueó cualquier intento de reforma maderista.
La prensa obtuvo una libertad
que no había gozado durante en el régimen anterior. Uno de los grandes
problemas estaba en que la mayoría de los editores, escritores y dueños de
periódicos eran porfiristas, los cuales se dedicaron a despreciar toda la
gestión de Madero y sus seguidores. La prensa con perspectiva crítica, también
hizo lo propio, aunque sin odio, pero golpeo con fuerza a Madero, al poner el
dedo bajo la llaga de cualquier error. El régimen maderista resultó sacudido
por la opinión pública.
El gobierno de Madero dejo en
libertad de acción a los obreros sin otorgar reformas a su favor, estos
deseaban obtener más de lo que el maderismo estaba dispuesto a dar, su nueva facilidad
para expresarse sus demandas posibilitó buscar mucho más en aquel momento.
Presentaron una serie de demandas para mejorar sus condiciones, uno de los
puntos más importantes era la jornada de ocho horas, ya que se mantenía la
situación del porfiriato de la sobre explotación hasta el agotamiento. En ese
momento se fundó la Casa del Obrero Mundial, la cual criticó con dureza la
postura de Madero, en cierta medida se convirtió en oposición.
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