La intervención norteamericana durante la Revolución maderista.

El gobierno norteamericano no bloqueó la gestación del Plan de San Luis en territorio texano, ya en plena revolución maderista, tampoco evitaron los intentos de coordinar a los grupos rebeldes desde el otro lado de la frontera. La Secretaría de Relaciones Exteriores porfirista mandó peticiones de extradición y detención para quienes realizaban actividades de conspiración, fueron ignoradas (Ulloa, 2000: 763).
Hacia finales de 1910, el lado norteamericano de la frontera estaba convertido en hervidero político prorevolucionario. Los magonistas crearon una base de apoyo importante en California, que no logró tener vinculación con los acontecimientos dentro de México, mientras los maderistas consolidaron a Texas como centro de su logística política. Es de considerarse, la propaganda maderista del otro lado de la frontera mostró efectividad (Gómez, 2010: 132), mientras resultó ignorada la porfirista. Las autoridades locales dentro de Estados Unidos mostraron simpatía por la revolución desde un principio y la apoyaron, mientras algunos grupos pasaron a ser voluntarios, sin embargo, los más interesados eran los traficantes de armas, quienes encontraron una mina de oro en el conflicto mexicano.
Para 1911, el presidente norteamericano emanado del Partidito Republicano, William H. Taft, comenzó a mostrar hostilidad hacia el régimen porfirista. En marzo de 1911, las tropas norteamericanas comenzaron las movilizaciones en la frontera y mandaron barcos de guerra en aguas mexicanas, las cuales se acercaron a los principales puertos. El embajador norteamericano, Henry Lane Wilson, sólo empeoró la relación bilateral, señaló la debilidad del régimen, mostraba a los revolucionarios como una fuerza imparable, instigaba a la intervención.

Las autoridades de Washington observaban a México como un lugar anárquico, la Secretaría de Relaciones Exteriores porfirista trataba de demostrar lo contrario sin éxito. Las tropas norteamericanas en la frontera se preparaban para una intervención. Para muchos, la entrada de los revolucionarios maderistas a ciudad Juárez puso en una situación complicada a Porfirio Díaz, quien comenzaba a temer una intervención desde el otro lado del río Bravo en caso de continuar los combates en aquella región.   

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