por Alef Pérez
En el decenio de 1910, la ideología de los zapatistas partió de lo más profundo de las comunidades donde nació, pueblos que tuvieron su origen en los tiempos prehispánicos. Ocuparon las tierras de Morelos y de los estados aledaños, las cuales defendieron de terratenientes desde la colonia. En el Porfiriato, las haciendas azucareras aceleraron el despojo de las tierras, las comunidades indígenas estuvieron en proceso de desintegración. Las élites locales buscaron que los hombres abandonaran sus pueblos para trabajar en las haciendas, estos últimos perdieron sus parcelas frente el avance de la agroindustria del azúcar, que necesitó más y más campos de cultivo.
Entre los hombres revolucionarios de Morelos sobresalió Emiliano Zapata, por su carácter y capacidad de liderazgo, estuvo dispuesto a luchar por las tierras de aquellos pueblos, habiendo nacido en uno de estos: Anenecuilco. Se le creó una leyenda negra, como el Atila del Sur, en semejanza del Atila que asoló a la antigua República Romana, dirigió un movimiento armado constituido por indígenas con la capacidad de tomar el poder, los mismos que se encontraron entre los más oprimidos. Quienes tuvieron una posición de privilegios en la ciudad de México odiaron al hombre, a su mito y a los suyos. El brazo armado, el Ejército Libertador del Sur actuó principalmente como guerrilla, porque tuvo el mayor arraigo de todos los grupos revolucionarios con la población y hoy en día inspira a otros movimientos, por ejemplo, al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
En un principio, los zapatistas no buscaron una revolución social, por el contrario, plantearon restaurar sus viejos derechos de propiedad de la tierra. Las ideas de transformar el Estado, les eran indiferentes, sólo les importó en la medida en que les fuera funcional para lograr sus objetivos. Buscaron la posesión de la tierra en una forma comunal, plantearon para las familias la explotación de una parcela perteneciente a un pueblo (Córdova, 2003: 146), lo cual resultó un planteamiento radical en una sociedad individualista.
Para los zapatistas, la restitución de las tierras resultó fundamental, no a un individuo, era a la comunidad. Junto a las parcelas estuvo la recuperación de los elementos para hacerlas florecer: los montes y las aguas. Sus ideas permearon en todos los grupos de la revolución, lo cual creó una ideología perdurable. No obstante, las demandas de los pueblos de Morelos resultaron insuficiente para dar sentido a toda una nación.
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