por Alef Pérez
En la Revolución Mexicana, los fundamentos de la ideología del villismo procedieron de la historia del norte de México. Donde la concentración de la tierra en unas pocas manos alcanzó una situación escandalosa a finales del siglo XIX, al grado que casi sin mentir el terrateniente Terrazas cuando se le preguntaba “¿eres de Chihuahua?” El respondía “no soy de Chihuahua, Chihuahua es mía”. La contra cara de la concentración de la tierra era un mundo de campesinos despojados de sus parcelas, que se convirtieron en la base social del villismo, pensaron que poseer una pequeña parte de la tierra les daría de comer.
La situación de ruptura social del norte del país fue donde se forjó la fuerza de la personalidad de Pancho Villa, hombre que luchó por sobrevivir en ocasiones hasta como bandido, esto le dio una esencia revolucionaria desde las capas más bajas de la sociedad. Su forma de ser tan cercana a la gente provocó una infinidad de odios de quienes no deseaban perder su posición elitista frente el levantamiento villista, estos sentimientos perduraron después de la muerte de Pancho Villa, aunque no sólo se trató de un hombre, a su espalda, a su lado y aún superándolo, estuvo el mito de su División del Norte, un verdadero ejército popular, que fue construido por los desarraigados de la zona fronteriza, su disciplina resultó impecable, de temer hasta nuestros días por los poderosos y de admirar por todos aquellos que desean hacer la revolución.
Para el villismo, los soldados de la División del Norte eran los representantes del pueblo, su palabra y puño en armas. Pensaron en dotar de una parcela individual a los desposeídos, para ellos era la forma de salir de la miseria. Es más, en cada pobre de México, Villa buscó ver un hombre armado capaz de luchar por la tierra, la propia y la de su comunidad. Así, el esfuerzo militar de los desposeídos llevaría una recompensa justa, la cual debía de ser constantemente cuidada con las armas. Los norteños temieron que aunque el gobierno sea construido por la revolución, éste se puede corromper e intentar quitar las parcelas a los campesinos, esto estuvo fundamento en los abusos de las autoridades.
En el pensamiento villista, el problema de la tierra era lo fundamental de México, sin embargo, sólo plantearon la solución del pequeño propietario agrícola, lo cual tuvo una enorme fuerza social, capaz de levantar un ejército entre los desposeídos del norte. Sin embargo, no se podían observar con detalle otras dimensiones de los problemas nacionales, localizados en regiones desconocidas por ellos (Gilly, 1988:168), por ejemplo, no construyeron un discurso para las demandas de las comunidades indígenas o los obreros urbanos.
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