La campaña presidencial de Madero.

En un momento de lucidez, Porfirio Díaz comprendió la necesidad de realizar un relevo generacional. Esto se observa en la entrevista que le realizó el periodista norteamericano Creelman en 1908, donde planteó la necesidad de que su sucesor debía surgir de la organización de partidos políticos, lo cual significaba el nacimiento de una democracia para México. Díaz optó por postularse en las vísperas de sus 80 años, traicionando sus palabras. No obstante, en algunas personas ya había despertado el fervor político por el cambio, entre los que se encontraba Francisco I. Madero, hombre de negocios de una de las familias empresariales más importantes del norte de México, quién encabezaría un nuevo movimiento político.
En 1909, Madero publicó su libro La sucesión presidencial de 1910, en el cual realizó un recuento de los problemas de México y consideró que la principal solución eran las elecciones libres y no fraudulentas (Gómez, 2010: 128). Las clases medias de las ciudades (esencialmente profesionistas y pequeños negociantes) se convirtieron en los primeros adeptos al maderismo, su creciente posición económica no se había reflejado en una representación política, que comenzaban a reclamar.
Los Club’s antirreelecionistas, como base organizativa de la campaña, comenzaron a crecer a través del apoyo de las clases medias urbanas, que buscaban acompañar sus ventajas económicas con libertades políticas. Por su parte, Madero comenzó una gira por el país para la promoción y creación de los mismos. A principios de 1910, creó el Partido Antirreeleccionista, con el cual se convirtió en candidato presidencial y reanudó sus giras por el país para continuar ganando adeptos.
Junto a Madero estaba Francisco Vázquez Gómez como candidato a la vicepresidencia, quien participó en el movimiento reyista antecesor del maderismo. Otros viejos simpatizantes de Bernardo Reyes se convirtieron en apoyos importantes. Por su parte, el magonismo del Partido Liberal México se estaba radicalizando hacía el anarquismo, su nueva postura comprendía más los problemas de la sociedad, sin embargo la misma los desprecio. Muchos dirigentes del Partido Liberal Mexicano se movieron al Antirreeleccionista de Madero, al igual que las bases, las cuales optaron por una postura más conciliadora. Las fuerzas políticas se estaban sumando entorno al maderismo (Garciadiego, 2010: 538).   

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