En los tiempos
de la revolución constitucionalista y de la Guerra de Facciones, Venustiano
Carranza actuó como dirigente sin contrapesos, siempre a través de decretos prácticamente
incuestionables, era el “primer jefe”. Tal situación cambió hasta mayo de 1917,
a partir de ahí, gobernó como presidente constitucional y, en teoría, sometido
a los contrapesos de los otros poderes. Sin embargo, buscó los medios para
continuar ejerciendo el poder por medio de decretos e ignorar a los poderes
legislativo y judicial, siempre argumentó la existencia de situaciones
extraordinarias.
Una de las esencias del proyecto de la nueva Constitución resultaba ser
el poder del presidente, los constituyentes se encargaron de volverlo
descomunal (Córdova, 1989: 122), sentando sólidas bases para el autoritarismo
mexicano. Lo escrito en la Carta Magna no le bastaría a Carranza, su carácter
autoritario se lo demandaba, así buscó que el Congreso le continuara otorgando
facultades extraordinarias vía decretos tras su nombramiento en mayo de 1917
como presidente constitucional, añoraba los tiempos de cuando era “primer
jefe”.
El sustento frente la población del nuevo régimen no estaría en la
democracia, ese sueño concluyo con el asesinato de Fráncico I. Madero, la
esencia era el autoritarismo. La victoria estaría vinculada al candidato
oficial como lo fue Venustiano Carranza en 1917, quien no comprendió la fuerza
de la figura del Caudillo, Álvaro Obregón, en 1920, el cual tras la revuelta de
Agua Prieta pasaría a ser el candidato oficial y ganador en las elecciones de
ese mismo año.
El régimen carrancista contaba con la característica fundamental de ser
autoritario, aunque le faltaba afinar los hilos conductores de su poder para
consolidar un control férreo. No contaba con la lealtad de los grupos
corporativos de campesinos y obreros, que estaban en formación. Los
gobernadores y algunos presidentes municipales mostraban una gran autonomía de
gestión frente los poderes centrales. Sin olvidar los numerosos grupos
rebeldes, quienes contralaban algunas regiones. Tampoco existía un partido
capaz de organizar el sistema político.
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Al fondo, Venustiano Carranza acompañado por su
comitiva, Celaya, Guanajuato, enero de 1916. (Canales, 2009: 50)
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