El Ateneo de la Juventud y la Generación del 15

Los hombres de la cultura que dominaron durante la época del Porfiriato, desaparecieron junto con el régimen, algunos por muerte natural, otros por exilio, como el caso de Justo Sierra, fundador de la Universidad Nacional. Por su parte, el Ateneo de la Juventud nació un año antes del estallido revolucionario (Matute, 1999: 7), entre sus miembros llegaron a destacar Antonio Caso, José Vasconcelos y Martín Luis Guzmán.
En el gobierno maderista, los ateneístas mostraron sus capacidades culturales, estuvieron activos en la Universidad Nacional y, por su cuenta, fundaron la Universidad Popular Mexicana, donde mostraron durante algún tiempo su capacidad como organizadores de talleres filosóficos, históricos, literarios, entre otros. También cambiaron el nombre del grupo al de Ateneo de México. El golpe de Estado de Victoriano Huerta transformó las cosas, los ateneístas se vieron acosados en la ciudad de México, de la que escaparon muchos para sumarse a las filas de los grupos revolucionarios o buscar asilo en el extranjero, otros se quedaron para apoyar al régimen golpista. Al triunfo de la revolución constitucionalista, el grupo estaba disuelto para siempre, aunque toda su vida llevaron el orgullo de haber formado parte del mismo y así se les reconoció.         
En 1915, la ciudad de México encontró dentro de ella misma la beligerancia revolucionaria, los ejércitos que la ocupaban cambiaban constantemente, los grupos previos de intelectuales prácticamente desaparecieron de escena. En este momento tan crítico se consolidó la Generación del 15, entre los que destacaron Manuel Gómez Morín, Lombardo Toledano y Cosió Villegas. Se trataba de hombres que rondaban los 20 años de edad, sus logros para ese momento resultaban ser pocos, pero estaban tomando conciencia de su momento histórico.

La Generación del 15 pensó en ella misma como los verdaderos salvadores de la patria, observaron la demolición del régimen porfirista y del huertista por los ejércitos revolucionarios, pensaban que ahora les tocaba a ellos reinventar la cultura mexicana. Para realizar su misión se fijaron objetivos claros: convertirse en activos participes de la reconstrucción del país, la cual se encontraba por comenzar, buscaban para su ejecución propuestas concretas, sin entrar en situaciones de adoctrinamiento de la población y llevar a la realidad instituciones sólidas, las cuales superaran el peso de las grandes personalidades del momento. Lograron muy poco en su momento de gestación como intelectuales, aunque sus objetivos los mantuvieron y fueron artífices del México posterior a los enfrentamientos bélicos de la revolución.

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