por Alef Pérez
Al considerar el antepasado directo del homo sapiens, los homo rhodesiensis apareció unos 600,000 a.n.e. y subsistió hasta unos 160,000 a.n.e. Alcanzó a usar herramientas líticas, los rasgos físicos resultaron cercanos a los del hombre actual, aunque tuvo una capacidad craneal un poco inferior. Sin olvidar, mantuvo algunos elementos de sus predecesores del género homo como una nariz ancha.
Unos 200,000 a.n.e., los primeros homo sapiens caminaron erguidos, manipularon herramientas y lograron tener platicas fluidas. La evidencia fue localizada en Sudáfrica y, con una antigüedad sólo un poco menor, en Etiopía. En términos metafóricos, la Eva africana caminó entre aquellos antepasados y, resulta posible decir, su ADN era el de la humanidad actual, nuestra misma especio.
En términos de antropología física, los homo sapiens alcanzaron una capacidad igual a sus descendientes actuales. Al observar los detalles, el cráneo fue tosco al ser un poco largos y achatados, mientras la mandíbula resultó fuerte (Faulkner, 2013: 20), esto al comparar con la humanidad actual.
En una situación hipotética, los homo sapiens hubieran logrado verse como personas normales en la actualidad sin dificultad. En lo colectivo, logran comprender y actuar según las normas culturales presentes, siempre y cuando estuvieran formados según nuestras formas educativas, familiares e institucionales.
Poco antes de la salida de África, unos 150,000 a.n.e., el homo sapiens sapiens fue reconocible, esto significó la formación de rasgos físicos idénticos a los hombres actuales. Es de señalarse, tal subdivisión frente el homo sapiens resultó un poco artificial y sólo mostró cambios evolutivos menores.
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