El sistema bancario en el neoliberalismo

por Alef Pérez

En 1983, el neoliberalismo en México encontró un sistema bancario nacionalizado, que se mantuvo así durante casi una década. En aquellos años, los bancos lograron mantenerse como empresas del gobierno rentables, no obstante, el crédito al sector privado se redujo. Por otro lado, la situación resultó útil para modernizar y capitalizar a la Bolsa Mexicana de Valores como forma alterna de financiación al gran capital nacional.

A finales de 1989, por medio de un decreto, el régimen de Salinas de Gortari comenzó los preparativos para la privatización de la banca, proceso que duró entre 1991 y 1994. El gobierno no entregó el negocio a los viejos dueños de antes de la nacionalización, prefirió vender a precios preferenciales a cercanos políticamente, los cuales tuvieron muy poca experiencia en el negocio (Ángel, 2010: 655). Sin consideraciones de riesgo, los bancos recién privatizados comenzaron una carrera para atraer nuevos clientes, sólo pensaron en ampliar sus operaciones, el gobierno no intentó regular la situación. 

En cierta medida, el “error de diciembre” y la posterior crisis económica resultaron casi letales para la banca recién privatizada. Ingenuamente, los nuevos dueños pensaron en acumular capital, sin cimentar las instituciones, su novatada le salió muy cara a todo el país, siendo sus problemas elementos importantes en la profundización de la recesión de 1995. Frente la posibilidad de la quiebra del sistema bancario y la profundización de la crisis económica, el gobierno de Ernesto Zedillo creó el Fondo Bancario de Protección del Ahorro (FOBAPROA), el cual se consolidó en su mayor parte con recursos obtenidos a través de la contratación de nueva deuda pública contraída en el exterior. En buena medida, el rescate resultó oportuno para evitar el colapso del crédito. Sin embargo, favoreció a una buena cantidad de grandes deudores, entre los cuales se encontraron los mismos dueños de los bancos, el pequeño deudor no resultó favorecido. 

Al comenzar el milenio, el sistema crediticio sintió la llegada de capitales del exterior, por el nuevo derecho a los grandes grupos financieros internacionales de comprar la mayoría de las acciones de la banca. En la actualidad, las exorbitantes ganancias son para grupos financieros de Gran Bretaña, Estados Unidos y España, resultan muy poco aquellos que mantienen un capital en esencia nacional. Sin olvidar, las excesivas utilidades sólo benefician a las instituciones y ejecutivos, mientras resultan dudosos los veneficios a la población.  

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