El auge del comercio al final de la Edad Media

El sistema feudal no logró extirpar las relaciones comerciales por completo, sin embargo, las mismas resultaron de baja intensidad. Al comenzar la Baja Edad Media, los nacientes comerciantes burgueses encontraron problemas para circular en la pésima red de caminos, que parecieron perpetuar la falta de conexión entre las regiones. Sin embargo, lograron mantener sus transacciones al comprar en una región su producto a un precio muy bajo y llevarlos a otra donde resultaba casi inexistente y muy codiciado, lo cual incrementó su precio de forma exponencial.

Al surgir la burguesía, la base del transporte no fue terrestre, más bien se realizó por medio de los mares, en consecuencia, las ciudades más prosperas estuvieron asentadas en las costas del Mediterráneo o del Atlántico Norte. Poco a poco, las técnicas para surcar los mares mejoraron, al mismo tiempo las rutas de navegación se ampliaron, llegaron a conectar todo el litoral que rodea a Europa Occidental. Al comenzar el siglo XIV, a través de impuestos al comercio marítimo, los recursos obtenidos por la tesorería de Génova eran tres veces superiores al total de los ingresos de la monarquía francesa, también estableció rutas con Flandes e Inglaterra, Venecia no tardó en imitar.

En términos prácticos, las rutas comerciales marítimas comenzaron a ser dominantes por toda Europa Occidental, aunque la costa no resultó suficiente para saciar su sed de ganancia. En respuesta, comenzaron a organizar ferias en tierra adentro del Continente a través de las vías fluviales, la más famosa Champaña, esto creó la posibilidad de introducir productos a las regiones circundantes.

En un limitante temporal a la acumulación, el floreciente comercio encontró obstáculo en la falta de circulante metálico. En parte, esto tuvo origen en el balance comercial negativo con Asia, por lo cual el oro y la plata disminuyeron su presencia en Europa. También fue  un problema tecnológico, la minaría se encontró con la imposibilidad de extraer metales de pozos más profundos o de refinar los minerales más impuros (Anderson, 2005: 204).

Antes de consolidarse, el comercio también fue afectado por los problemas de la producción de sus bienes, el mejor ejemplo es el textil. Uno de los factores, el impuesto creció sobre la lana inglesa, esto elevó los precios de la materia prima. La situación pareció ser salvada a principios del siglo XIV por la lana española, sin embargo, los terratenientes y la alta clase clerical, principales compradores, redujeron sus adquisiciones al tener sus propias dificultades económicas, así, la producción de lujo no encontró forma de introducirse a los mercados para continuar siendo rentable. En otro punto, la aparición de nuevos centros textiles en Normandía, con productos de baja calidad, sólo ayudó a hundir más el mercado (Le Goff, 2004: 275), por su parte, las masas campesinas y urbanas no estuvieron listas para comprar productos capitalistas.


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