Los gobernadores en el porfiriato.


En teoría, los gobernadores debían llegar al poder a través de la legitimación de las urnas, sin embargo las elecciones locales eran como la nacional simples procedimientos ceremoniales sin efectos. En la practica, necesitaban de pactos políticos para alcanzar el cargo y mantenerse en el mismo, la relación más importante era la de Porfirio Díaz, aunque también contaban las fuerzas locales.
Algunos gobernadores mantuvieron el poder al apoyar el Plan de Tuxtepec, se trataba de hombres con fuerza independiente, en ocasiones añeja, en otras relativamente nueva. En un principio, reafirmaron los lazos de dominación sobre sus estados, aunque la mayoría poco a poco fueron apartados del mando político. Por ejemplo, el general Servando Canales dominaba Tamaulipas, el puesto lo había heredado de su padre, con la muerte en 1881, dejo el cargo a su hermano, continuó uno de sus allegados, sin embargo en 1888, Porfirio Díaz decidió romper la parcial autonomía del estado, él eligió al gobernador.
El Plan de Tuxtepec no sólo reafirmó el poder, sino que llevó a algunos hombres a la gubernaturas de sus estados. En cierta medida, eran dependientes de Porfirio Díaz y de su perdurabilidad en la presidencia (Guerra, 2003: 96). Se pueden dividir en dos categorías, los considerados caciques locales con fuerzas propias en la entidad que llegaron a gobernar y quienes lo lograron a través de la fuerza del centro.  
En una buena cantidad de casos, los gobernadores eran militares de experiencia durante los conflictos civiles e intervenciones exteriores previos al porfiriato. En los primeros años del régimen, los jefes de la zonas militares resultaban ser hombres fundamentales en el control político desde el centro, en muchas ocasiones llegaron a gobernadores. Entre los militares de academia, sin la experiencia de los antiguos, ninguno alcanzó a gobernar su estado, en buena medida los civiles estaban comenzando a tomar el relevo generacional en la primera década del siglo XX, la transición quedó sólo en su primera etapa, ya que resultó truncada por el estallido de la Revolución Mexicana.
Uno de los hombres más conocidos del porfiriato fue Luis Terrazas, quien dominó Chihuahua. Es de destacar, no apoyó a Porfirio Díaz en sus aventuras en búsqueda de la presidencia, esto le costó temporalmente la gubernatura, regresó en el gobierno de Manuel González, aunque no continuó. Su alejamiento con el poder ejecutivo federal le bloqueó el camino político, sin embargo, le quedó libre la ruta del enriquecimiento personal, el cual aprovechó muy bien. Al reconciliarse con Díaz, logró ser nuevamente gobernador por un corto periodo en 1903-1904.

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