Los problemas obreros durante el porfiriato.


En el porfiriato, los obreros tuvieron una vida llena de complicaciones, mientras sus números crecían por la creación de nuevas industrias. La ideología del régimen consideraba un intervencionismo innecesario en el funcionamiento de las empresas otorgar derechos laborales. Las jornadas de trabajo llegaban al límite de la capacidad física, al ser de 14 horas al día, el domingo o cualquier otro día de asueto resultó inexistente. Los hombres no podían soportar por mucho tiempo esas condiciones, morían de forma prematura, dejando desamparadas a sus familias, que no contaban con ningún tipo de seguridad social.
Las huelgas fueron constantes durante todo el porfiriato, se organizaron a través de primitivos sindicatos, ilegales por la falta de una legislación asociada con los derechos de los trabajadores. Sin embargo, se fueron haciendo fuertes y aglutinando más y más obreros. Por su parte, los empresarios estaban dispuestos a buscar a las autoridades para reprimir.
Durante 1906 en Sonora, los obreros-mineros comenzaron la huelga de Cananea, buscaban una jornada de trabajo de 8 horas y mejores salarios para poder sustentar a sus familias. En esta zona minera existía un agravante adicional, la empresa era norteamericana y estaba protegida por los intereses de aquel país, el cobre extraído formaba parte fundamental en el proceso industrial del vecino del norte, se usaba en tendidos eléctricos, líneas telegráficas y, como nuevo producto, la red telefónica. Así, no pudieron permitir la libre manifestación, rengers norteamericanos entraron a territorio mexicano, los cuales masacraron a los huelguistas, los que sobrevivieron regresaron a las minas sin posibilidad de negarse.
La industria textil entre los estados de Veracruz y Puebla mostró problemas a finales del porfiriato, su maquinaria resultaba ineficiente frente a la de naciones como Alemania y Estados Unidos. Los empresarios no buscaron invertir en mejorar la producción, optaron por disminuir los salarios de los obreros para mantener el margen de ganancia. Los conatos de violencia y las huelgas comenzaron a ser comunes. Durante 1907, en Río Blanco estalló una huelga, la cual organizó una marcha para ir a la región textil de Orizaba por apoyo de otros obreros. El ejército los interceptó violentamente, los cadáveres se llevaron y arrojaron al mar (Carbó, 1988: 104).

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